Democracia Eficaz

Fin de una época

Junto al temor que despierta la nueva hegemonía de Morena, fue alentador el tono conciliador del discurso de Claudia Sheinbaum el domingo por la noche.

El triunfo apabullante de Claudia Sheinbaum y el voto masivo a favor de Morena representa el fin de una época y el nacimiento de otra. Aunque en 2018 se dieron las primeras pinceladas con la elección de López Obrador, el domingo se profundizó el apoyo a un nuevo modelo de gobernabilidad política y social.

Ganó el deseo de continuidad y el castigo ‘moral’ a las clases aspiracionistas que AMLO llama ‘conservadores’, un enemigo amorfo que ha servido para exaltar los deseos de revancha social. Sí, hubo voto oculto, pero era a favor de Morena.

Se ha menguado y casi aplastado el paradigma de la transición democrática que inició a fines de los años ochenta: la lucha para generar un sistema de control del poder presidencial para contener su abuso. En su lugar, florece un modelo de concentración con fines distributivos y de ‘transformación’. Concentrar poder para transformar la realidad social.

La contundente victoria de Claudia Sheinbaum implica el riesgo de que se desmonten los ya menguados controles sobre el ejercicio del poder presidencial. Aunque se trata de la elección más inequitativa de la historia moderna de México, los márgenes de victoria reflejan una voluntad clara de la población. Una elección de naturaleza democrática implica —vaya paradoja— el riesgo de debilitar más a una democracia ya maltrecha.

Morena y aliados tendrán mayoría calificada en el Congreso para sacar adelante varias reformas del plan C. López Obrador enviará la reforma al Poder Judicial antes de terminar su mandato y seguirán después otras para desaparecer a los órganos autónomos o modificar las atribuciones del INE y la manera de nombrar a sus consejeros por voto popular, como los ministros de la Corte.

No tuvo eco la campaña de miedo a la dictadura que propagaron organizaciones civiles. Tampoco la campaña de Xóchitl Gálvez de pugnar por un México sin miedo. La mayoría de los votantes están a favor del rumbo del país y, a pesar de la inseguridad y la falta de medicinas, reciben dinero del gobierno y un mensaje de inclusión que los tiene satisfechos.

La oposición queda más menguada. El PRI será la quinta fuerza en la Cámara de Diputados y el PRD está en riesgo de perder el registro. En contraste, el Partido Verde tuvo un crecimiento notable, al igual que el PT, ambos partidos satélites hoy de Morena, antes de otros partidos.

Pero acaso el mayor desafío de la oposición es encontrar una narrativa que les dé identidad. El camino a través del desierto será arduo y quizá largo y no veo una idea o narrativa que los ayude a caminar en los próximos años.

En enero se abre la ventanilla para formar nuevos partidos. Ahí se abre una oportunidad para construir una nueva identidad política. Otra vía es Movimiento Ciudadano que tuvo un buen desempeño y podría ser, junto con el PAN, una vía para recrear la oposición.

Junto al temor que despierta la nueva hegemonía de Morena, fue alentador el tono conciliador del discurso de Claudia Sheinbaum el domingo por la noche. Se mostró respetuosa de las minorías y abierta al diálogo. No obstante, la naturaleza del poder puede pesar más que los buenos modales de la noche de una elección.

Hay dos manchas indelebles sobre esta elección: la violencia y la inequidad. No obstante, los resultados de la contabilidad que dio el INE la noche del domingo son reales. No hay forma de llevar a cabo un fraude electoral, a pesar de que persisten prácticas nocivas de movilización y compra del voto. Los datos son reales y reflejan una realidad. Más vale atenderla en lugar de buscar justificaciones.

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