Cuando Claudia Sheinbaum se trepaba a colgar carteles y hacÃa danza: asà empieza la biografÃa de la nueva presidenta de México
Desde chica desayunaba hablando de polÃtica y mostró garra como dirigente estudiantil. En su libro âClaudia Sheinbaum: Presidentaâ, el periodista Arturo Cano investigó ese camino. AquÃ, las primeras páginas de ese trabajo
El periodista Arturo Cano decÃa que no le interesaba esconder su simpatÃa por Claudia Sheinbaum, hoy presidenta electa de México. Lo decÃa hace casi un año a partir de la publicación de su libro Claudia Sheinbaum: Presidenta. DecÃa eso pero, como periodista, no esquivó temas difÃciles.
También contará cómo, desde 2021, cada vez que Sheinbaum se presentaba en público, la multitud gritaba âPresidenta, presidentaâ. Como un llamado. Como un presagio.
âNo me interesaba esconder esa simpatÃa porque al indagar su trayectoria terminé conociendo un personaje que desde mi punto de vista se debe a la acción colectivaâ, dijo el biógrafo.
En su libro, Cano muestra que Sheinbaum tiene una historia marcada por su cercanÃa con las causas sociales desde su infancia. Arturo Cano nos introduce en un viaje a través de sus orÃgenes y los primeros pasos que tomó hasta llegar a su posición actual.
La historia personal de la presidenta electa de México incluye visitas a la cárcel de Lecumberri, acompañada de sus padres, para visitar a los lÃderes del movimiento estudiantil de 1968. Este hecho establece un vÃnculo directo con uno de los momentos más significativos en la historia reciente de México.
Con todo, Cano no elude asuntos conflictivos, como los âvideoescándalosâ de 2004, un episodio controversial que involucró a varios funcionarios públicos. En el libro, la dirigente describe cómo estos eventos impactaron su carrera polÃtica y las lecciones aprendidas que aplicó en su gestión actual como jefa de gobierno. También se ocupan del desafÃo que representó el colapso de la LÃnea 12 del metro, una tragedia que dejó numerosas vÃctimas.. Sheinbaum asume la responsabilidad y habla de su esfuerzo por resolver los problemas de origen. Explora cómo enfrentó la pandemia de COVID-19 como jefa de gobierno y cómo manejó la situación polÃtica en la Ciudad de México.
â¡Soy compañera, y me llamo Claudia!â
âDejen eso que no sirve para nada y vamos a apoyar a la genteâ
Al escuchar que tocaban la puerta los muchachos se asustaron. Tras un momento de indecisión uno de ellos se animó a levantar un poco la cartulina negra que cubrÃa la ventana del cubÃculo del Comité de Lucha y, un tanto nervioso, volteó a ver a sus compañeros dentro del estrecho local:
âSon dos güeritas âdijo en voz muy baja.
ââ¦
â¿Qué hacemos? âse preguntaban, incrédulos, porque no solÃan recibir visitas en ese cubÃculo del Colegio de Ciencias y Humanidades Sur de la UNAM.
Tras vacilar un momento decidieron abrir la puerta, sólo para encontrar a dos muchachas, tan jóvenes como ellos, que venÃan a sacarlos del ostracismo y, a la postre, invitarlos a sumarse a ellas. Era 1977 y las âdos güeritasâ eran Mireya Imaz y Claudia Sheinbaum.
Muchos años después Baltazar Gómez Pérez cuenta la anécdota frente a una taza de café y Claudia la confirma, en su oficina de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, con una sonrisa y un dato adicional: âSÃ, eran Balta y Manolo, que acabaron en el CESOC. Los involucramos, les dijimos: âYa dejen sus cosas ésas que no sirven para nada y vamos a apoyar a la genteââ. Las siglas del Comité Estudiantil de Solidaridad Obrero Campesina condensan los años juveniles âarrancan, en rigor, en su adolescenciaâ, porque fue como integrante de ese grupo que Claudia se fogueó como activista estudiantil.
Ella tiene muy presente a Baltazar. Recuerda, por ejemplo, que tuvo dificultades para egresar del CCH, âporque siempre tenÃa muy mala suerteâ y en una clase de inglés juntó dos cables que estaban en piso e hizo un corto circuito en todo el plantel. âLo querÃan expulsarâ.
Muchas personas que conocieron a Claudia Sheinbaum en su época estudiantil la recuerdan como una estudiante muy dedicada y buena oradora. Otro rasgo que mencionan es su âcapacidad de persuasiónâ. Al menos en el caso del Comité de Lucha del CCH funcionó: âDespués jalaron con nosotros. Manolo trabajó conmigo en Tlalpan, ahorita no sé dónde andeâ.
PolÃtica en el desayuno, la comida y la cena
En tiempos de selfis y registro intensivo de la realidad se extraña una memoria gráfica tan pormenorizada como serÃa hoy en dÃa, pero la huella de Claudia puede hallarse sin hurgar mucho en todo recuento de las luchas estudiantiles de finales de los años 1970 y 1980, las que marcaron su trayectoria y la foguearon, igual que a toda su generación, siempre en primera lÃnea, aunque todavÃa en el anonimato.
Antonio Santos, su compañero en el Consejo Estudiantil Universitario (1986-1987), ha preparado una larga lista de las luchas en las que Claudia ha participado y la recuerda en la huelga de hambre que encabezó doña Rosario Ibarra de Piedra a las puertas de la Catedral Metropolitana; en los boteos para apoyar la lucha de la Coalición Obrera, Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) contra el fraude electoral en Juchitán, Oaxaca; en las acciones de apoyo a los huelguistas de la refresquera Pascual; en la solidaridad con la huelga del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) y luego en el movimiento por el alargamiento del semestre; en el Paro CÃvico Nacional de 1983 y muchas batallas más (âaquellas marchas gigantescas de los maestrosâ, anota Claudia en referencia a las movilizaciones de los primeros ochenta).
Sus amigos de entonces la recuerdan recorriendo la ciudad de un lado a otro en un vochito, pues habÃa aprendido a manejar a los 15 años.
Claudia Sheinbaum Pardo ingresó al CCH Sur en 1977 y de inmediato se sumó a su primera acción polÃtica en el ámbito universitario: el movimiento de rechazados. Su participación en polÃtica, sin embargo, le viene de casa y arranca con los antecedentes familiares, con la participación de sus padres en el movimiento de 1968.
âParafraseando al clásico de Rigoberta Menchúâ¦
â¿Cuándo me nació la conciencia?
âSÃ, ¿o cuándo fuiste consciente de las desigualdades sociales, de la necesidad de tener una postura polÃtica?
âEn mi casa se hablaba de polÃtica en el desayuno, en la comida y en la cena.
* * *
Ulises Lara, ahora vocero de la FiscalÃa de la CDMX, era estudiante del CCH Oriente mientras Claudia estudiaba en el plantel Sur. Recuerda haberla conocido âpor ahà de 1979â³, cuando él militaba en un grupo de inspiración maoÃsta. Los jefes del grupo solÃan mandar a los más chavos a las reuniones âpara que se curtieranâ y a Lara le correspondió asistir a una en el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), que alojaba todo tipo de disidencias.
La reunión era para organizar la marcha conmemorativa del 10 de junio. La instrucción que habÃa recibido Lara era buscar que el contingente de Oriente marchara al frente ââno afloje, compañero, ustedes van hasta adelanteâ, le habÃan dichoâ, asà que cuando escuchó a alguien proponer un orden distinto para los contingentes, Lara dijo, con mucha seguridad: âNo, compañero, nosotros tenemos que marchar al frente...â.
La respuesta fue más que sorpresiva: â¡Soy compañera y me llamo Claudia!â. Ulises Lara se comió la vergüenza y la discusión siguió. Ahora recuerda que se confundió porque entonces Claudia era âmenudita, muy china y pelirroja, le gustaba el cabello cortito y vestÃa pantalón de mezclilla y camisa a cuadrosâ.
âAhora su voz es más aguda, pero de aquella época recuerdo una voz ronquecillaâ, cierra Ulises el episodio.
Las raÃces y la continuidad
Mucho se ha escrito sobre el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (CEU). Incluso algunos de sus protagonistas han publicado sobre la historia y el significado de una lucha que arrancó como respuesta a las propuestas que el rector Jorge Carpizo planteó en el documento Fortaleza y debilidad de la UNAM y que, puesta a resumirlo en pocas palabras, Sheinbaum describe como âun movimiento en defensa de la educación públicaâ.
En Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza (Ediciones Era, 1987), su libro-compromiso, Carlos Monsiváis dedicó 60 páginas al movimiento del CEU. En ellas recoge el momento emblemático de la colocación de la bandera de huelga en la Torre de RectorÃa.
Era un acto simbólico, entre otras cosas porque las autoridades universitarias habÃan sacado todos sus archivos y hasta los muebles en los dÃas anteriores. Monsiváis narra una caminata en penumbras de 150 o 200 estudiantes, la brigada que habÃa sido comisionada para esa acción.
Influidos por el sindicalismo, los ceuÃstas habÃan decidido estallar la huelga justo a las 12:00 de la noche. âFue una tonterÃa, la debimos haber estallado al mediodÃa, y no en la noche sólo con las brigadas de los activistas más fierosâ, recuerda ahora, entre risas, Ãscar Moreno, entonces dirigente del CCH Naucalpan.
Monsiváis escribe sobre esa noche: âUna joven afianza la primera manta. Emerge el goya, tan rehabilitado por el CEUâ. El cronista no registra más, pero la muchacha que afianza un extremo de la bandera de huelga en el primer minuto del miércoles 28 de enero de 1986 era Claudia.
Muchos años después, ella recuerda el episodio y dice que se trató de un acto espontáneo. âSiempre he sido asÃ, muy aventada. Ahora ya no tanto, ya tengo otras responsabilidades, pero entonces era: ¿Quién sube la bandera de huelga? âYoooâ. Entonces nos trepamos ahà a ponerla.â
El CEU logró echar abajo el llamado Plan Carpizo y la apertura de un diálogo público en el que las autoridades aceptaron la realización de un Congreso Universitario.
***
âLa escuela es la escuelaâ
Hay cierta actitud vanidosa de Claudia cuando dice: âNo es por nada, pero siempre fui muy buena estudianteâ. Ese rasgo de su personalidad lo atribuye sobre todo a la disciplina que le inculcó su madre, la también cientÃfica Annie Pardo: âMi mamá siempre nos decÃa: âEstá bien, van a hacer otras cosas, pero la escuela es la escuelaââ.
En su etapa formativa del CCH âfundado por el rector Pablo González Casanovaâ Claudia estaba en el turno 01, de 07:00 a 11:00 de la mañana. De 11:00 a 12:00 tomaba clases de francés y por las tardes, sin falta, iba a sus clases de ballet clásico. âSiempre estudié balletâ, dice con cierta nostalgia. âAndaba en eso [las actividades polÃticas], pero nunca me perdÃa mis clases de ballet en las tardes, hasta el primer año de la facultad.â
Quién es Arturo Cano
⦠Formó parte del equipo fundador del diario Reforma y, en el periódico La Jornada, fundó y dirigió durante sus ocho años de existencia el suplemento polÃtico Masiosare.
⦠Es coautor de Salinas a juicio y de Doña Perpetua, una biografÃa polÃtica de la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo.
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