Netanyahu enfrÃa las esperanzas de un alto el fuego permanente en Gaza
El primer ministro israelà asegura que hay âdiferenciasâ entre la propuesta israelà sobre la mesa y la que resumió Biden en su discurso y recibió con optimismo la comunidad internacional
Da igual el paÃs que lleve el peso de la mediación para lograr un alto el fuego en Gaza, los detalles del borrador de acuerdo o que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, diga que âes momento de poner finâ a la guerra en la Franja. De una u otra forma, el diálogo indirecto entre Israel y Hamás para canjear rehenes por presos durante un alto el fuego acaba siempre, desde hace ya medio año, tropezando en la misma piedra: el fin de la guerra. Es el precio que exige la milicia islamista, dispuesta a entregar por fases a los rehenes, pero solo con la certeza de que Israel no retomará los bombardeos a mitad del camino.
El primer ministro israelÃ, BenjamÃn Netanyahu âal que los socios ultraderechistas amenazan con abandonar la coalición si sella el acuerdoâ, se niega a un alto el fuego permanente sin âdestruirâ antes la capacidad de Hamás para combatir y gobernar Gaza, algo que, a su juicio, no ha sucedido todavÃa y pasa por la ofensiva en Rafah. Lo ha reiterado este lunes, enfriando las esperanzas que generó Biden al anunciar solemnemente el viernes una âpropuesta israelÃâ para poner fin a una invasión que se cobra cada dÃa decenas de vidas en la Franja. âLa guerra pararÃa para traer de vuelta a los rehenes. Luego mantendremos conversacionesâ, ha puntualizado.
El discurso de Biden ya dejó el viernes varias preguntas en el aire. ¿Por qué, si se trataba de una propuesta israelÃ, la hacÃa pública el presidente de uno de los paÃses mediadores, y no Netanyahu directamente? ¿Por qué, si Hamás la recibÃa âpositivamenteâ, los tres paÃses mediadores âEE UU, Egipto y Qatarâ sentÃan la necesidad de emitir un inusual comunicado conjunto pidiendo a las dos partes âconcluir el acuerdoâ y mencionaba âlos principios resumidos por Bidenâ? ¿Por qué cada vez que Biden exhortaba a Hamás a aceptar el acuerdo parecÃa dirigirse a Netanyahu? ¿Por qué advertÃa a los israelÃes contra la idea de empantanarse en âuna guerra indefinida en pos de una noción no identificada de âvictoria totalâ?
Algunas de esas preguntas han obtenido respuesta desde entonces. Este lunes, Netanyahu ha puntualizado que hay âdiferenciasâ entre el verdadero borrador que su equipo negociador puso sobre la mesa y lo que contó Biden. âLa propuesta que presentó es incompleta. Hay otros detalles que el presidente de EE UU no presentó al públicoâ, ha asegurado en una reunión a puerta cerrada ante el comité parlamentario de Defensa y Exteriores de cuyo contenido dan cuenta medios locales.
Biden, aparentemente, buscaba justamente eso: forzar a Netanyahu âun lÃder alérgico a las decisiones arriesgadas y a apearse del poderâ a definirse, presentando solo las partes del plan que le meterÃan más presión. Nahum Barnea, uno de los principales comentaristas polÃticos del paÃs, ironizaba con ello este lunes en el diario Yediot Aharonot: âSi el discurso de Biden fuese una pelÃcula, habrÃa empezado con el rótulo: âInspirado en hechos realesâ.
Emboscada
La idea de esta suerte de emboscada era también exponer todo aquello que Netanyahu ha ido aprobando sin luz ni taquÃgrafos mientras repite en público los mismos mantras sobre la âvictoria totalâ. O, como decÃa el comentarista polÃtico Ben Caspit en el diario Maariv: âSacarlo por el pelo del armario en el que se ha acostumbrado a esconderse, exponiendo la propuesta israelÃ, presentando la situación con claridad y definiendo el dilema con inteligencia y precisión: [â¦] âIr con los estadounidenses, saudÃes, emiratÃes y el resto de aliados en la alianza anti-chÃi o ir con [sus socios ultraderechistas] Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich y los jóvenes de las colinas [los colonos ultranacionalistas más radicales]â.
Netanyahu no tiene problema con la primera de las tres fases que contempla el acuerdo. Se trata de una tregua de al menos seis semanas durante la que Hamás entregarÃa a una parte de los rehenes, tanto vivos (mujeres, ancianos, enfermos y heridos) como muertos. A cambio, Israel liberarÃa a cientos de presos palestinos, permitirÃa a los desplazados en el sur de Gaza regresar al norte (ahora lo impiden unos puestos de control), retirarÃa sus tropas de las zonas pobladas y permitirÃa la entrada diaria de 600 camiones con ayuda humanitaria. Hamás, por el contrario, no está dispuesto a malgastar una de sus escasas bazas tácticas para lograr otra tregua temporal, como la de noviembre, que le sirvió para ganar puntos ante los suyos a cambio de entregar sobre todo niños y ancianos.
El problema es el paso a la segunda, que se negociarÃa durante las seis semanas (o más si hiciera falta) de la primera y que concluirÃaâsegún dijo Biden citando de la propuesta israelÃâ en un âalto el fuego permanenteâ. El presidente de EE UU aseguró que Hamás ha sido machacado en ocho meses de guerra y no podrÃa hacer otro ataque como el del 7 de octubre.
Netanyahu insiste, en cambio, en que las armas solo callarán por completo cuando Israel haya cumplido sus tres objetivos: âla destrucción de las capacidades militares y de gobierno de Hamás, la liberación de todos los rehenes y la garantÃa de que Gaza ya no represente una amenaza para Israelâ. âLa afirmación de que acordamos un alto el fuego sin que se cumplieran nuestras condiciones no es ciertaâ, ha recalcado este lunes en el Parlamento.
âBiden, sálvalos de Netanyahuâ
El discurso de Biden movilizó a la oposición israelÃ, motivó una reunión extraordinaria del gabinete de guerra y fraguó la mayor protesta desde el inicio de la guerra, con decenas de miles de personas presionando en las calles de Tel Aviv para que el pacto salga adelante. Una de las pancartas hablaba por sà sola: âBiden, sálvalos de Netanyahuâ, en referencia a los rehenes.
Según un sondeo difundido este domingo por el canal 13 de la televisión nacional, un 48% de los israelÃes apoya el acuerdo y un 37% lo rechaza tal y como lo presentó el presidente de EE UU. Sea cual sea su opinión, solo una minorÃa atribuye consideraciones nobles a Netanyahu. Un 53% cree que su supervivencia polÃtica guÃa sus decisiones en el asunto.
Netanyahu se ve presionado por dos lados. Uno es el sector social y polÃtico que empuja por un canje, en las calles, en el Parlamento y en el propio Gobierno de guerra. El otro, parte de su partido (Likud) y la ultraderecha, con la que gobierna desde 2022. Sus dos principales lÃderes, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, prometen dejar el Gobierno si firma el acuerdo. Ben Gvir, que no forma parte del minigabinete que toma las decisiones de peso, ha acusado este lunes a Netanyahu de âblanquearâ el pacto y se ha indignado porque, asegura, no le quieren enseñar el borrador. Smotrich considera un alto el fuego permanente âpeligrosoâ para la seguridad del paÃs. Ambos quieren despoblar Gaza de palestinos, reconstruir los asentamientos judÃos evacuados en 2005 y defenderlos con una presencia militar permanente.
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