(CNN) — El presidente Joe Biden está en Europa advirtiendo de la maldad totalitaria y de los peligros para la democracia. El posible candidato republicano Donald Trump está de vuelta en casa, buscando un favor del hombre fuerte ruso Vladimir Putin, meditando la venganza y destrozando las elecciones de Estados Unidos.

El expresidente está defendiendo los argumentos de su oponente para 2024: que Occidente se enfrenta a amenazas sin precedentes contra el Estado de derecho por parte de fuerzas hostiles externas e internas.

Pero la fuerza de Trump también sugiere que la pieza central del viaje de Biden —un homenaje este viernes en Normandía a uno de los mejores discursos del expresidente Ronald Reagan— puede caer en saco roto en Estados Unidos. El expresidente está demostrando en cada discurso y aparición pública que la seducción de la demagogia, la demonización de los forasteros y el lenguaje extremista son tan potentes ahora como lo eran antes de la Segunda Guerra Mundial.

Las conmemoraciones del 80 aniversario de la invasión del Día D que condujo a la liberación de Europa se han convertido en un punto de encuentro para los líderes occidentales que advierten de que las fuerzas más oscuras del extremismo político están despertando. También han utilizado sus reuniones y discursos para establecer paralelismos entre el despiadado asalto de Putin a Ucrania y la guerra relámpago de Adolf Hitler.

No hay nada nuevo en que un presidente moderno de Estados Unidos viaje a Europa para invocar la historia compartida de la victoria sobre la tiranía. Pero ningún otro comandante en jefe lo ha hecho después de que su predecesor intentara destruir la democracia para mantenerse en el cargo. La posibilidad de que Biden pierda la reelección —y la amenaza de una vuelta al caos que Trump infligió a los aliados europeos— ha proyectado una sombra ominosa sobre el viaje.

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El presidente Joe Biden camina junto a una guardia de honor francesa tras llegar al aeropuerto de Orly, al sur de París, el 5 de junio de 2024. Crédito: Evan Vucci/AP

 

Este viernes, Biden enviará un mensaje inequívoco al cooptar el legado de Reagan —uno de los más grandes presidentes republicanos— para sugerir que su rival es una afrenta a los valores de Estados Unidos y del Partido Republicano. En 1984, en lo alto de un acantilado asaltado por los Rangers del Ejército de Estados Unidos el 6 de junio de 1944, conocido como Pointe du Hoc, el 40º presidente denunció el aislacionismo de Estados Unidos. También invocó la guerra contra el nazismo para convocar a Occidente a una renovada y finalmente exitosa lucha de la Guerra Fría contra otra forma de extremismo: el comunismo al estilo del Kremlin. Biden insinuará que Trump, con su política exterior de “Estados Unidos primero”, sus ataques a la integridad de las elecciones libres y justas de 2020 y el uso de una retórica antiinmigración extrema que recuerda a la de los nazis, está convocando a las mismas fuerzas que desencadenaron la guerra mundial.



¿Podrá Reagan ayudar a ganar a Biden?

Biden, que casi con toda seguridad será el último presidente de Estados Unidos que haya nacido durante la Segunda Guerra Mundial, pide a los estadounidenses que hagan acopio del mismo compromiso con los valores democráticos que la gran generación cuyos últimos representantes se nos escapan ahora. “En memoria de los que lucharon aquí, murieron aquí, salvaron literalmente el mundo aquí, seamos dignos de su sacrificio”, dijo Biden este jueves, rodeado por las tumbas de más de 9.000 estadounidenses. “Seamos la generación que cuando se escriba la historia sobre nuestro tiempo —dentro de 10, 20, 30, 50, 80 años— se diga: ‘Cuando llegó el momento, estuvimos a la altura. Nos mantuvimos firmes. Nuestras alianzas se hicieron más fuertes. Y también salvamos la democracia en nuestro tiempo'”.

El hecho de que un presidente tenga que esgrimir semejante argumento demuestra cómo ha cambiado el clima político desde que Reagan se parara en el mismo lugar hace 40 años y llenara muchos ojos de lágrimas al dirigirse a los veteranos y decir: “Estos son los chicos de Pointe du Hoc. Estos son los hombres que escalaron los acantilados. Estos son los campeones que ayudaron a liberar un continente. Estos son los héroes que ayudaron a ganar una guerra”.

El presidente Ronald Reagan leyendo su último discurso a la nación al final de su segundo mandato en 1989. (Crédito: Diana Walker/The Chronicle Collection/Getty Images)

El presidente Ronald Reagan leyendo su último discurso a la nación al final de su segundo mandato en 1989. (Crédito: Diana Walker/The Chronicle Collection/Getty Images)

Por aquel entonces, el Partido Republicano era un partido internacionalista y prodemocracia. Presumía con orgullo de cómo Reagan ganó la Guerra Fría hasta que Trump mezcló su cóctel de aislacionismo y populismo que ve con mejores ojos a Putin que a los aliados de Estados Unidos. Es ese cambio definitorio en la perspectiva lo que puede significar que el discurso de Biden sea una pieza eficaz de teatro político, pero que tenga un atractivo político limitado. La Casa Blanca y la campaña de Biden no esperan que la invocación del espíritu de Reagan haga mella en la base de votantes republicanos de Trump.

Pero el presidente está tratando de ganarse a los republicanos descontentos con la seguridad nacional, nostálgicos de los días en que una política exterior de línea dura era vista como una pata del legendario taburete político conservador. Y sobre todo está tratando de atraer a algunas de las decenas de miles de republicanos que votaron por la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley en las primarias del partido mucho después de que ella suspendiera su campaña. La exembajadora de Naciones Unidas bajo el mandato de Trump podría haber respaldado a su antiguo jefe y acusado a Biden de debilidad en la escena global. Pero está mucho más alineada con la visión global del actual presidente y su desdén por los dictadores que con el apaciguamiento de Trump.

Trump vuelve a la carga

La visita de Biden a Europa ha coincidido con el regreso de su predecesor a la campaña electoral tras su condena por un delito grave la semana pasada en un juicio por sobornos en Nueva York. Trump eligió el momento para lanzar su última pulla a Putin, un acusado de crímenes de guerra ante el que hizo una genuflexión cuando era presidente. El posible candidato republicano insistió en que sería capaz de liberar a un periodista estadounidense encarcelado.

“Evan Gershkovich, el reportero de The Wall Street Journal que está retenido por Rusia, será liberado casi inmediatamente después de las elecciones”, dijo Trump en un video publicado en Truth Social este martes. “Pero definitivamente antes de que asuma el cargo, estará en casa, estará a salvo. Vladimir Putin, presidente de Rusia, hará eso por mí… y no creo que lo haga por nadie más”.

Esta no ha sido ni mucho menos la primera vez que Trump ha tratado de demostrar una influencia especial con Putin. Después de todo, una vez dijo en una conferencia de prensa en Helsinki que le creía al líder ruso, que estaba a su lado, en lugar de a las agencias de inteligencia de Estados Unidos que dirigía, sobre la cuestión de la interferencia electoral del Kremlin.

La politización del caso Gershkovich por parte de Trump fue notable, ya que se produce después de meses de tranquilos esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para liberar al reportero y a otro estadounidense encarcelado, el exinfante de marina Paul Whelan. Plantea la posibilidad de que los rusos simplemente manipulen cualquier negociación en el supuesto de que Trump pueda darles un mejor trato o de que el gobierno de Biden esté dispuesto a pagar un precio más alto antes de las elecciones. Si finalmente el Kremlin liberara al reportero para Trump, podría ser un golpe para él y le aseguraría estar en deuda con Moscú.

El acercamiento de Trump a Putin se produce en un momento en que el presidente ruso está condenado al ostracismo de la comunidad internacional por los bárbaros asaltos a civiles en Ucrania y mientras impone la mayor amenaza a la integridad de la Europa continental desde la guerra que Biden cruzó volando el Atlántico para conmemorar. Utilizar la difícil situación de un estadounidense en el despiadado sistema penal ruso para ganar puntos políticos es también uno de los gambitos de campaña modernos más cínicos. Rusia se encogió de hombros ante las declaraciones de Trump el jueves, diciendo que la liberación de Gershkovich sólo se produciría como resultado de la reciprocidad.

El entonces presidente Trump se reúne con el presidente de Rusia, Vladimir Putin en la cumbre del G20 en Osaka, Japón, el 28 de junio de 2019. (Créditos: Anadolu/Anadolu/Getty Images)

Después de que Trump se hiciera el simpático con Putin, el presidente en ejercicio se desvivió por denunciar al líder ruso, que no fue invitado a los actos del Día D pese al papel decisivo de la Unión Soviética en la derrota del nazismo. “No es un hombre decente, es un dictador, y está luchando por mantener unido a su país al tiempo que continúa con este asalto”, declaró Biden a ABC News en una entrevista. En su lugar acudió el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

Mientras tanto, el primer acto de campaña de Trump como delincuente convicto este jueves ilustró por qué las elecciones podrían estar tan reñidas. Se presentó ante una multitud autoseleccionada de simpatizantes en un foro de Turning Point Action y desgranó un llamamiento demagógico que es eficaz con los votantes de base republicanos. Renovó sus falsedades sobre el fraude en las últimas elecciones, insistiendo en que planeaba ganar un mandato en noviembre que era “demasiado grande para amañarlo”. Atacó al sistema judicial tras su condena por un jurado de sus iguales, insistiendo sin fundamento en que el veredicto estaba “amañado”.

Y en el estado fronterizo de Arizona, lanzó una encendida retórica antiinmigración, en gran parte alarmista y falsa sobre la crisis en la frontera, pero que puede resultar un contrapunto eficaz al intento de Biden esta semana de aliviar su exposición sobre el tema reduciendo masivamente las solicitudes de asilo. El expresidente se ha negado sistemáticamente a garantizar que aceptará el resultado de las elecciones de noviembre. Y varias veces esta semana ha insinuado también que utilizaría el poder presidencial para perseguir a sus oponentes políticos, amenazando con un nuevo asalto al Estado de derecho.

“Bueno, la venganza lleva su tiempo, lo diré, y a veces la venganza puede estar justificada, Phil, tengo que ser honesto”, dijo Trump durante una entrevista con “Dr. Phil Primetime” que se emitió el jueves. “Ya sabes, a veces puede hacerlo”.

En el foro del jueves, el expresidente se maravilló de que muchas de sus preguntas, de un público aunque amable, fueran sobre el alto coste de la vida, la lucha de los arizonenses para comprar comestibles y su percepción de que no están seguros por la llegada descontrolada de indocumentados a la frontera.

Esta puede ser la ecuación electoral decisiva en pocas palabras: Trump esgrimirá las cuestiones económicas y de inmigración para contrarrestar las advertencias de Biden de que las inclinaciones antidemocráticas y autocráticas de su rival le incapacitan para volver a ser presidente.

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By Diario

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