Domingo, 9 de junio 2024, 00:03

Por si todavía alguien no lo sabe: Miguel Ríos acaba cumplir 80 años. Y el destino quiso que este sábado la ciudad acogiera dos hitos a la vez. Por un lado, la locura desatada por Saiko por segunda noche consecutiva en Los Cármenes. Ningún artista granadino había logrado nunca algo ni remotamente parecido. Por otro, el cumpleaños total en la Plaza de Toros de un hombre nacido en Cartuja, a pocos minutos de aquí, cuyas primeras grabaciones vieron la luz hace más de seis décadas. Una figura que resume la historia del rock español. Y que invitó para este guateque masivo a una serie de nombres que resumen el pop rock hecho en Granada desde mediados del siglo pasado.

Quién lo iba a decir. La escena granadina ha pasado del lorquiano «silencio, que no nos sientan», que cantaba Morente en el ‘Omega’, a celebrarse a sí misma con orgullo en un gran recinto que alguna vez llenó Bruce Springsteen. Sobre el escenario del coso se desplegó una línea histórica por orden cronológico: Miguel Ríos, Los Ángeles, 091, Lagartija Nick y Niños Mutantes. Un espectáculo musical y audiovisual de cerca de tres horas de duración. Una muestra en vivo y en directo de la fértil e inexplicable capacidad de esta tierra para cosechar referentes musicales. ¿Lo de titular la velada con ‘Granada All Stars’? Cuestión de gustos.

¿Y lo primero que llama la atención? Miguel Ríos conserva buena parte de su poderío vocal y todo el magnetismo escénico. Lo demostró abriendo puntual, aún a plena luz del día, con el protocolario ‘Bienvenidos’ y la oportuna ‘Vuelvo a Granada’. Telonero de sus invitados. El ‘cumpleañero’ repasó su repertorio emblemático. Y puso voz a los clásicos de sus coetáneos y de sus descendientes. Un juguetón toma y daca intergeneracional, impensable tiempo atrás. Pero antes recordó que la recaudación del concierto servirá para apoyar la labor de su Fundación, creada para «devolver a Granada parte de lo que me ha dado».

Lección de malafollá

Entre medias, vídeos biográficos. La vida de Miguel y la vida de los demás. Los que están y los que no. Toda una lección documental sobre la malafollá como identidad local. Sobre aquellos pioneros: Los Windys, Los Nevada, Gelu (otra que vino al mundo en Cartuja) o Valen (el primer granadino que actuó en el Madison Square Garden). Aplauso cuando aparece en pantalla Carlos Cano. «En esta tierra para crear somos la hostia», se escuchó.

Los fans jalean al músico.

Los fans jalean al músico.


Ramón L. Pérez

Es curioso. Miguel Ríos abandonó Granada cuando era un chaval para labrarse una carrera desde un Madrid hostil. Salió adelante con largas dosis de épica y resiliencia. Sus compañeros de escenario, en cambio, se quedaron aquí. Para bien o para mal. Los Ángeles sentaron las bases del pop granadino en los sesenta. Su mayor fuga resultó a Torremolinos, donde absorbieron las corrientes eléctricas y estéticas de la modernidad europea. Pero su arraigo les pasó factura: un accidente de tráfico en 1976 acabó con las vidas de su líder, Poncho González, y el guitarrista José Luis Avellaneda. Anoche tampoco pudo disfrutar este momento Carlos Álvarez, fallecido en 2018. Avivaron la llama Popi González (hijo de Poncho, y también batería y vocalista) y el incombustible Agustín Rodríguez, de blanco impoluto y con los ojos llorosos.

Verano de 1967

Sonaron el bolero pop ‘Momentos’ (con el que enamoraron a Cuba), ‘Cada día’ (preservando aquel brío ‘beat’), la adorable ‘Mónica’… Y el primer dueto de la noche, con la particular lectura del ‘98.6’ de Keith, banda sonora del evocador verano de 1967. Nunca se matizó que el título aludía a la temperatura (en grados Fahrenheit) del interior de la boca humana. O sea, la temperatura de un beso. Ay, esos coros celestiales marca de la casa.

Y el salto a la generación de los ochenta. Los cimientos de la Granada alternativa actual. Gritos de «¡Cero, Ceeeero!». 091 rescataron ‘La canción del espantapájaros’, ‘Qué fue del siglo XX’, ‘La calle del viento’. Y Miguel cantó con ellos ‘La Torre de la Velada’. Emocionante. Mareada de móviles para capturar el acontecimiento. Y rostros ilustres de la cultura entre el público.

De ahí a los noventa. Los trances documentales ofrecían menciones para Los Planetas, Mama Baker o Dayfriends. Y en esas salió un arrollador Antonio Arias con Lagartija Nick. Fuerte y reivindicativos, con el cante de Juan Pinilla anunciando ‘La leyenda de los hermanos Quero’. ¡Lagartija Nick en la Plaza de Toros! «Son la hostia», deslizó el propio Ríos tras cantar con ellos el ‘Nuevo Harlem’. Antes del esperado momento ‘Errante’ con Niños Mutantes imperaba concluir esta crónica exprés.

Quizá haya que agradecer a Miguel Ríos no haber sido un hombre de palabra. El acta notarial de su despedida se rubricó con dos noches en el Palacio Municipal de Deportes de Granada. En septiembre hará… ¡Catorce años! Larga vida al patriarca de nuestro rock.

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By Diario

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