Era una celebración por todo lo alto de la amistad franco-estadounidense, pero había presencias invisibles que enrarecían el ambiente. El presidente francés, Emmanuel Macron, recibió este sábado con todos los honores en París a su homólogo estadounidense, Joe Biden, con una cena de Estado y promesas de lealtad eterna. En el palacio del Elíseo, sin embargo, planeaba la sombra de los dos aspirantes a sucederles. Una es Marine Le Pen, líder de la extrema derecha en Francia, cuyo partido previsiblemente logrará este domingo una victoria rotunda en las elecciones europeas. El otro, Donald Trump, candidato contra Biden en las presidenciales de noviembre.
En una declaración a la prensa sin preguntas, antes de la cena, Macron agradeció a Biden “la claridad y lealtad de un socio que ama y respeta a los europeos”. El mensaje era claro: si Trump, que ha amenazado con dejar desprotegida a Europa frente a Rusia, gana las elecciones, ya no habrá en la Casa Blanca alguien “que ama y respeta a los europeos”. Macron y Biden pusieron por escrito la amistad de sus países en una Hoja de ruta franco-americana que “llama a un alto el fuego inmediato en Gaza y reitera que todos los rehenes deben ser liberados inmediatamente, sin precondiciones”. También “debatieron opciones para hacer más en apoyo de Ucrania”, según el documento. Biden avisó de que, si Putin gana en Ucrania, “no se detendrá” y “toda Europa estará amenazada”. “No lo permitiremos”, precisó.
El éxito posible de Le Pen, que quiere suceder a Macron en el Elíseo en 2027 y en el pasado ha exhibido su proximidad con la Rusia de Vladímir Putin, y la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca pondrían en jaque buena parte del discurso de los actuales presidentes francés y estadounidense. En las celebraciones por el 80 aniversario del desembarco en Normandía, ambos señalaron el sacrificio de los soldados de EE UU, el Reino Unido, Canadá y otros aliados (“un vínculo de sangre vertida por la libertad”, dijo el francés) como un ejemplo para las batallas del presente. Macron puso sobre la mesa el envío a Ucrania de instructores militares, a lo que Le Pen se opone. Biden, con Trump en mente, afirmó en las playas normandas que “el aislacionismo no era la respuesta hace 80 años y no es la respuesta hoy”.
Hay una paradoja en la relación bilateral, irrompible desde la fundación de EE UU, pero siempre marcada por los recelos. Recelos antiguos, por la tradición francesa, asociada al general De Gaulle, de afirmar la soberanía de Francia ante las grandes potencias, tradición que Macron ha actualizado con su defensa de la “soberanía estratégica” de la UE. Ahora la sintonía tampoco es total respecto a la implicación en Ucrania, el grado de crítica al Gobierno israelí por los bombardeos en Gaza o la posibilidad de que la política industrial estadounidense deje descolgada a Europa de la competición global. Pero estas diferencias son matices comparados con lo que pueda ocurrir con Trump de nuevo en el poder.
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