Presidenta Sheinbaum
La primera jefa de Estado en la historia de México tiene el reto de seguir avanzando en la lucha contra la pobreza al tiempo que reduce la polarización polÃtica y la inseguridad ciudadana
México ha elegido por primera vez en su historia a una mujer como presidenta. Claudia Sheinbaum Pardo, cientÃfica, de 61 años, ha ganado las elecciones con cerca del 59% de los votos, 31 puntos por encima de su inmediata rival, Xóchitl Gálvez, y con un porcentaje superior al que obtuvo en 2018 el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador. La victoria, que llega acompañada de la mayorÃa absoluta en el Senado y de la calificada en la Cámara de Diputados, otorga un enorme poder a la antigua jefa de Gobierno de la Ciudad de México y supone un espaldarazo al proyecto polÃtico que López Obrador inició en 2014 y que, a la luz de estos comicios, se ha vuelto la fuerza medular de la polÃtica mexicana. El triunfo, además, envÃa una señal clara de la fortaleza de la izquierda en el paÃs frente al avance continental de la ultraderecha.
Sheinbaum gobernará a partir del 1 de octubre una nación que ha vivido seis años bajo el hiperliderazgo de López Obrador. El mandatario, un profundo conocedor del laberinto mexicano, ha tenido una presencia omnÃmoda en la vida polÃtica e institucional y es muy difÃcil que su huella no perdure. Desde el Palacio Nacional ha dirigido la agenda con continuas iniciativas y golpes de efecto al tiempo que ha fustigado con dureza a quienes atisbaba como sus enemigos. En el control del relato le ha ayudado una oposición que, obcecada en demonizar cualquier gesto suyo, no hizo sino amplificar las polémicas que él sembraba a diario en sus conferencias de prensa matutinas. Una estrategia fallida que ha ido a peor cuando se intentó presentar las elecciones como un plebiscito al legado de López Obrador, obviando no solo su alta valoración popular, una de las mayores del continente, sino el peso especÃfico de Sheinbaum.
El resultado de este pulso ha sido la aplastante victoria de la izquierda, cuya candidata ha cosechado la mayor votación en la historia presidencial mexicana. En ese punto, el proyecto de López Obrador ha tenido un éxito indudable, pero no es menos cierto que deja un paÃs muy polarizado. Ejemplo de esta fractura es el nocivo enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Poder Judicial. Es tarea de la nueva presidenta restañar heridas y volver a poner marcha la maquinaria de la colaboración institucional, un elemento imprescindible para acometer la que posiblemente sea la mayor de sus tareas: la lucha contra la inseguridad.
Sheinbaum tiene a su favor el buen momento económico que atraviesa México y los sólidos avances logrados en la lucha contra la pobreza, dos factores que han sido determinantes en su triunfo. Perseverar en ellos fortalecerá su credibilidad, como también abrirse a una presidencia más basada en los éxitos de gestión que en el carisma. âVamos a gobernar para todas y para todos, pero por el bien de todos, primero los pobresâ, dijo en su primer discurso la presidenta electa, marcando la lÃnea maestra de su proyecto.
Del otro lado, ha llegado el momento de que la oposición representada por la alianza entre PAN, PRI y PRD dejen de anunciar a diario el fin del mundo y tomen el camino del realismo polÃtico. De no hacerlo, corren el riesgo de que a su derecha, desde los confines del sistema, emerja algún fenómeno disruptivo en la estela de Donald Trump, Javier Milei o Nayib Bukele.
México tiene seis años por delante con una jefa de Estado que llega al poder avalada por su experiencia polÃtica y un historial de honradez. Es de esperar que López Obrador cumpla su promesa (âme voy a retirar con mucho gustoâ, dijo este lunes) y le deje el paso libre. En un paÃs bañado en sangre y donde la pobreza asoma por doquier, Sheinbaum se enfrenta a retos lo suficientemente importantes como para no sufrir interferencias internas. Para afrontarlos con éxito deberá aunar esfuerzos y ser consciente de que, además de liderar un movimiento polÃtico, es la presidenta de todos los mexicanos. Ha llegado la hora de que unos y otros sumen fuerzas por el bien de México.