París, 29 juln (EFE).- Una de las rivalidades legendarias del deporte, la que han mantenido durante décadas China y Japón por la supremacía de la gimnasia masculina, escribió este lunes en Bercy una nueva página con la victoria del equipo nipón en la final masculina por equipos, tras un concurso con mil y una alternativas.

El ejercicio de barra decidió todo: primero por el error del chino Weide Su, que se cayó dos veces y echó por la borda la ventaja de 3,267 puntos que tenía su equipo, y después por una nueva cátedra en ese aparato del campeón olímpico y mundial Daiki Hashimoto, que volvió a sacar a flote al equipo.

Japón terminó con 259,594 puntos, a 0,532 de China y a 1,801 de Estados Unidos, en su primer podio desde el bronce de Pekín 2008. Nipones y norteamericanos celebraron con locura, los chinos se hundieron tras dejar escapar una victoria que no catan desde 2012.

Gran Bretaña, Ucrania, Italia, Suiza y Canadá completaron la clasificación de la final. El equipo ganador del oro en Tokio 2020, Rusia, no compite en París por sanción.

Pocas veces el final de una competición olímpica ha tenido un resultado tan incierto como el de París. A fata de dos aparatos los japoneses eran cuartos, pero acabaron con el oro; los ucranianos era segundos, pero terminaron fuera del podio; y a falta de uno los chinos solo tenían que asegurar sus ejercicios para llevarse la corona, pero se quedaron sin ella.

El equipo japonés que se proclamó campeón estuvo formado por Daiki Hashimoto, Kazuma Kaya, Shinnosuke Oka, Wataru Tanigawa y Takaaki Sugino.

China y Japón compartieron rotación, con el suelo como aparato de partida.

El chino Ruoteng Xiao puso la primera referencia en el marcador con un 13,966, algo corto para su ejecución. Pero la marca dejó de ser válida cinco minutos después, en cuanto salió al tapiz Hashimoto y clavó un ejercicio que se fue hasta los 14,633 puntos. El campeón de Tokio 2020 parecía listo para liderar el camino hacia el oro.

La actuación del joven Oka, que obtuvo la misma nota que Hashimoto, abundó en la impresión de que Japón sería el equipo a batir. Por mucho que al término de la primera rotación Gran Bretaña encabezase provisionalmente la clasificación (43,332), tras pasar por el que es de largo su mejor aparato, el caballo con arcos.

Japón (43,266), Canadá, Ucrania, Estados Unidos y China ocuparon los siguientes puestos, con Suiza e Italia algo descolgados. El ucraniano Oleg Verniaiev fue el primero en acercarse a la barrera de la mítica quincena con un 14,833.

El equipo nipón dio una sensación de unidad similar a la de los estadounidenses, habitualmente los más expresivos en sus celebraciones. Festejaron cada ejercicio con saltos de alegría y puño en alto y aclamaron cada nota como si fuera la definitiva. ‘El rey’ Kohei Uchimira, oro en 2012 y 2016, bendecía desde su puesto de comentarista de la NHK.

Pero los aparatos no entienden de favoritos y a Hashimoto se le enredaron las manos en el caballo con arcos y se cayó al suelo. Había comenzado con unos molinos vertiginosos, pero no pasó del 13.100. Menos mal para Japón que Sugino había abierto margen para el error con sus 14,866. Al contrario que en la ronda clasificatoria, en la final no se puede descartar ninguna nota. Japón perdió el liderato.

El paso de los estadounidenses por el salto les colocó al frente tras ese segundo aparato, con 86,764 y 0,666 de margen sobre China y 1,166 sobe los nipones. Canadá, Gran Bretaña y Suiza, a continuación. Ucrania cayó a la última plaza.

En las anillas, ni Ruoteng ni Hashimoto fueron elegidos por sus respectivos seleccionadores para presentar ejercicios. A China le salió mejor: el 14,933 de Jigyuan Zou y el 14,833 de Boheng Zhang ya dejaban poca opción a sus rivales, pero Yang Liu, campeón del mundo de la especialidad, batió el récord de la noche con un 15,500 deslumbrante: las anillas no están más quietas ni cuando cuelgan solas en el pabellón en mitad de la noche.

Tras esa exhibición, China llegó al ecuador del concurso en primer lugar con un margen de 1,201 sobre Estados Unidos, que hizo un paso fantástico por las paralelas, con Frederick Richard como mejor hombre, 14,566. A 2,935 quedó Gran Bretaña y a 3,133 Ucrania, que habían hecho el salto. Japón se encontró en una cuarta plaza inimaginable al comenzar la competición.

Los dos equipos asiáticos afrontaron el salto, el único aparato en el que no hubo gimnastas japoneses en la final del último mundial. China confirmó su primer puesto, con un nuevo perseguidor inmediato, Ucrania, a apenas 0,433. Las paralelas de Oleg Verniaiev, de 30 años, subcampeón olímpico en 2016 y que quedó fuera de Tokio 2020 por dopaje, impulsaron directamente a su equipo a la lucha por el oro.

Estados Unidos creció en confianza, y Richard aun más. Su barra, una sucesión de sueltas con 6,4 de dificultad, fue uno de los momentos de la noche. Bajó a la tercera plaza, pero solo a 0,935, y mantuvo a raya a Japón (a 1,799).

La quinta rotación volvió a cambiarlo todo, menos el liderato chino, cada vez más firme. Los descomunales 16,000 puntos del campeón olímpico Jingyuan Zou en las paralelas fueron el seguro de vida definitivo para su equipo, mientras Japón volvía a la segunda posición, a 3,267, una distancia muy amplia incluso ante la perspectiva de la barra, su mejor especialidad y la de Hashimoto, uno de los mejores de la historia.

Más atrás, Estados Unidos mantuvo el puesto de podio frente a Ucrania.

Pero llegó la barra. Dos caídas de Weide Su hicieron saltar el tablero. El amplio margen de China se esfumó. Su 11,600 volvió a poner el oro al alcance de Japón. Hashimoto subió a la barra y volvió a domesticarla. Cerró el concurso Boheng Zhang, obligado a irse muy por encima del 15, pero se quedó en 14,733. Japón se proclamó campeón.

Natalia Arriaga

(c) Agencia EFE

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By Diario

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