En Estados Unidos está permitida la reelección presidencial para un segundo mandato, el cual puede ser de forma consecutiva o alterna. Y en la mayoría de las ocasiones los votantes suelen conceder esa segunda oportunidad. Joe Biden, apelando a ese derecho, optó y logró la repostulación por el Partido Demócrata, pero su evidente deterioro cognitivo generaba desconfianza entre los estadounidenses para continuar conduciendo una nación tan poderosa, razón por la cual siempre Donald Trump aparecía como puntero en los estudios de opinión creíbles.
Biden pretendió revertir los números de las encuestas y le surgió la idea de retar a Trump a un debate público, el cual se llevó a cabo la noche del 27 de junio en Atlanta. Con el desastre de comparecencia del presidente, donde mostró debilidad física y dificultad para articular ideas, el actual inquilino de la Casa Blanca se descalificó como candidato ante la opinión pública mundial.
Y la brecha entre uno y otro se amplió, desatando alarma entre los congresistas y los más prominentes líderes del Partido Demócata.
Biden pasó a una interminable posición de defensiva. Pretendió justificar su pobre desempeño al cansancio de campaña y a un resfriado, sin lograr persuadir a nadie. Donald Trump, en cambio, pese a gozar de una inmunidad parcial, otorgada por el máximo tribunal de justicia, para que continúe aspirando y así no responder en lo inmediato a 34 cargos criminales, ofrecía la percepción de que corría solo en la cancha, logrando incrementar su popularidad cuando a Thomas Mattew Crooks, de 20 años, se le ocurrió dispararle repetidas veces y herirlo en una oreja.
Al momento no se conoce autoría intelectual de ese acontecimiento y el joven Mattew Crooks fue ultimado al instante, lo que dificulta conocer las causas que lo llevaron a la comisión del atentado criminal.
El hecho es que Trump supo hacerse la víctima y sacar capital político al ataque en su contra. Llegó al extremo de pretender tocar sentimientos cristianos de la gente, al expresar que salvó la vida porque estuvo protegido por Dios. Muchos lo creyeron.
La verdad es que a cualquiera se le ocurre “coger a Dios en su boca”. El mundo se alegra de que a Trump no le haya pasado algo mayor, pero no es la persona más autorizada para apelar a ese privilegio divino, después de pasarse su vida mostrando una conducta arrogante y grosera, de práctica de odios hacia los más débiles.
Precisamente en el momento que fue herido expresaba duras palabras contra los hispanos ilegales, a los que suele calificar de delincuentes, individuos antisociales y malos, cuando en la mayoría de los casos se trata de mexicanos y personas de otros países latinoamericanos que procuran mejores condiciones de vida, trabajando dignamente.
Kamala
Para suerte de Estados Unidos y, particularmente, para el Partido Demócrata, la presión ejercida contra Biden, para que renuncie, tuvo éxito. Ahora corre por la Presidencia la señora Kamala Harris, actual vicepresidenta, que tiene carisma (al igual que Obama), sonrisa a flor de labios y es oradora.
Se dice que la antigua fiscal general de California tiene un fusil en la boca y ya ha estudiado bien las debilidades del candidato republicano, por lo que el mundo está a la espera de esos debates de septiembre y octubre, con miras al certamen electoral del 5 de noviembre.
Se observa mucha motivación entre los correligionarios del Partido Demócrata y al momento de escribir este artículo ya la señora Harris había recibido donaciones por unos 300 millones de dólares.
Todo parece indicar que Trump llegó a su pico más alto al momento del atentado criminal. En la mayoría de las encuestas que gozan de crédito Kamala Harris aparece ligeramente arriba, en otras hay un empate técnico, lo que hace colegir que la candidatura de Donald Trump podría estar en picada. Todavía no se puede hablar de derrumbe, aunque tampoco se descarta.
jpm-am
Compártelo en tus redes:
[
,
,