El expresidente de EE UU Donald Trump se ha reunido este viernes con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en el primer encuentro entre ambos líderes desde que el candidato republicano a la reelección abandonó la Casa Blanca en enero de 2021. La reunión, en la residencia de Trump en Mar-a-Lago (Florida), fue solicitada por Netanyahu, según explicaron a la CNN fuentes conocedoras de la agenda. Ha sido el colofón de la visita del jefe del Gobierno israelí a EE UU —la primera desde el inicio de la guerra, el 7 de octubre—, tras un discurso ante el Congreso en el que defendió su gestión de la ofensiva contra Gaza, y sendas reuniones por separado con el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris en la Casa Blanca. Al término del encuentro, al que asistieron asesores de ambas partes, Trump aseguró que siempre ha mantenido “una muy buena relación” con su huésped, y Netanyahu, que Israel enviaría un equipo de negociadores a las conversaciones de alto el fuego en Roma “probablemente a principios de semana”.
Trump ha tildado también de “irrespetuosas” las declaraciones de la víspera de la aspirante a la nominación demócrata, en las que transmitió contundencia sobre el sufrimiento de los civiles palestinos y la necesidad de un alto el fuego inmediato que ponga fin a la guerra. Con muy distinto tono y por diferente motivo —sin una sola referencia a las víctimas o la grave crisis humanitaria de la Franja—, el candidato republicano había abundado también la víspera en una entrevista de Fox News en la necesidad de que Israel “ponga fin a esto [la guerra] rápido”. “No puede seguir así. Es demasiado tiempo. Es demasiado”, dijo.
“Israel tiene que ocuparse de sus relaciones públicas. Sus relaciones públicas no son buenas”, dijo en la Fox. “Y tienen que hacerlo rápido porque el mundo no se lo está tomando a la ligera. Es realmente increíble”, subrayó, más por una cuestión de mala imagen que por consideraciones como el sufrimiento de la población del enclave palestino. En su discurso de aceptación de la candidatura republicana a la Casa Blanca, la semana pasada en Milwaukee, Trump aseguró que de haber sido él el presidente en vez de Joe Biden, la guerra de Gaza no habría empezado y se mostró dispuesto a terminar rápidamente con ella.
“Si ganamos [las elecciones], será muy sencillo. Todo se resolverá y muy rápidamente”, dijo Trump a los periodistas al comienzo de la reunión, advirtiendo, como hiciera en el discurso de su coronación como candidato republicano, que si no llega a la Casa Blanca “habrá grandes guerras en Oriente Medio y tal vez una Tercera Guerra Mundial. Estamos más cerca de una Tercera Guerra Mundial en este momento que en cualquier otro momento desde la Segunda. Nunca hemos estado tan cerca porque tenemos a gente incompetente al mando de nuestro país”, alertó, en términos muy parecidos a los de su proclama de la nominación presidencial.
Trump no ha presentado un plan claro sobre cómo ayudaría a poner fin al conflicto, criticando en cambio a la Administración demócrata por no haberlo hecho. En ocasiones ha sugerido que apoyaría el uso de una mayor fuerza por parte de Israel en Gaza, en consonancia con el beligerante tono del discurso de Netanyahu al Congreso, en el que solicitó “más armas para acabar más rápido” con Hamás.
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La predisposición de Trump si resulta elegido en noviembre a acabar un plumazo con las guerras de Ucrania y Gaza contrasta con el supuesto enfado de Netanyahu por las declaraciones a la prensa de Harris, tras su entrevista de 40 minutos en la Casa Blanca el jueves. El primer ministro israelí teme que las palabras de la virtual sucesora de Biden en la candidatura demócrata perjudiquen las negociaciones sobre Gaza, según declaró a la prensa un funcionario israelí amparado en el anonimato. Desde el inicio del conflicto, Netanyahu ha pretextado diferentes razones para el posible descarrilamiento del diálogo, que promociona Washington, como la citada dureza de Harris al pronunciarse sobre el conflicto.
Netanyahu es el segundo mandatario extranjero que se reúne con Trump en apenas dos semanas, tras la visita del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que ha inquietado sobremanera a la Unión Europea. El encuentro era una oportunidad para que ambos restablecieran sus relaciones en momentos críticos para ambos: las abiertas críticas contra el israelí por su gestión de la guerra y la sorpresa que ha impreso a la campaña electoral de 2024 la retirada de Biden. Trump presumió en su día de su estrecha relación personal con Netanyahu, como ha recordado este viernes. En abierta competencia con Biden, al que Netanyahu definió como “un orgulloso sionista” el miércoles ante el Congreso, se jacta también de ser el aliado más estrecho de Israel que ha pasado por la Casa Blanca, si bien pocos días después del 7 de octubre criticó la escasa preparación de los servicios de inteligencia israelíes (desde entonces, se ha retractado de esas críticas). Con la recepción a Netanyahu, Trump revalida también sus lazos con Israel, como parte de su esfuerzo por desviar a los estadounidenses judíos de su antigua querencia a votar por los demócratas.
En los accesos a la mansión del magnate se concentraron cerca de medio centenar de manifestantes propalestinos, vigilados estrechamente por un cordón policial, en previsión de protestas masivas como las del miércoles ante el Congreso, que Netanyahu atribuyó a Irán, en un intento de desviar el foco de la atención. También hubo algunas manifestaciones de ciudadanos con banderas con la estrella de David.
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