Gustavo Petro ha pedido este miércoles respeto por su vida privada. El presidente de Colombia ha reaccionado así a un vídeo en el que supuestamente se le ve paseando de la mano con una joven por las calles del centro histórico de Panamá a donde acudió, junto a otra docena de jefes de Estado, a la toma de posesión de del nuevo mandatario de ese país, José Raul Mulino. La grabación se ha vuelto viral en las últimas 48 horas y ha desatado consigo una ola de transfobia. Usuarios de redes sociales e incluso periodistas han asegurado, sin pruebas, que la mujer que aparece en el vídeo era transgénero.
Petro ha guardado dos días de silencio, pese a que en su cuenta de X ha recibido miles de menciones por este asunto. Esto ha provocado que el martes fuese un día difícil en la Casa de Nariño, la residencia presidencial. Se sucedieron las reuniones a puerta cerrada y las especulaciones por lo que estaba por pasar. Resultaba obvio, pensaban algunos asesores, que el presidente debía responder a un tema al que viene refiriéndose todo el mundo, sobre todo en mensajes privados. De personas de dentro y de fuera del Gobierno. “Siempre he considerado que la intimidad es la “última ratio” de la libertad, la última trinchera del ser libre, y conservaré este principio hasta que escriba de mí mismo o muera. Pero estos miles de mensajes transfóbicos que han estallado en manos de una sociedad de derechas, profundamente excluyente, ignorante y discriminatoria deben ser rechazadas por el presidente”, ha escrito Petro en X, donde tiene 7,5 millones de seguidores.
“Todo progresista sabe que los seres humanos son iguales y que la lucha por esa igualdad implica la emancipación física y mental y, por tanto, nadie que se considere a sí mismo humano puede generalizar la transfobia en las mentes débiles ni la esclavitud y la discriminación. Esa acción no expresa animalidad sino brutalidad. Por eso asesinan al diferente y por millones. Por eso existieron y existen Nazis. Yo soy heterosexual, pero jamás escucharán o leerán de mí una palabra transfóbica. Porque no solo dejaría de ser hombre, sino humano”, acaba el mensaje.
La vida privada de Petro ha sido objeto de especulación desde su época en la Alcaldía de Bogotá, en 2012. Son decenas las historias apócrifas que circulan sobre ella en los círculos de poder de Bogotá, la capital. Esas habladurías alcanzan a la que es su esposa, Verónica Alcocer, ahora la primera dama. Sus ausencias en consejos de ministros, que ha terminado dirigiendo Laura Sarabia, su número dos, o la cancelación por sorpresa de su agenda como presidente ha dado pie a interpretaciones. La periodista María Jimena Duzán hizo pública una carta en la que le preguntaba si tenía alguna adicción. Petro respondió, horas después, que su única dependencia era al café.
Algunas historias se repiten una y otra vez acerca de la gente que le rodea. Se decía que el presidente no rompía del todo con Armando Benedetti, su jefe de campaña, porque este tenía vídeos que podrían destruir su carrera. Ahora se asegura exactamente lo mismo de Sarabia. Estas son las dos personas más cercanas a él en los últimos tres años, con las que más tiempo ha pasado a solas. Petro no frecuenta muchas amistades, no es muy social. A veces departe con Hollman Morris, director de RTVC, el sistema de medios públicos. Poco más. Petro guarda con celo todo lo relativo a su vida íntima y ahora ha pedido que nadie se meta en ella. De puertas para adentro, la vida del presidente solo le concierne a él.
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