Cuando las mujeres entran en la treintena, la mayoría de los principales problemas de salud son como los que tenían a los 20 años. Pero dar prioridad a la salud se convierte en un reto mayor, ya que las treintañeras suelen asumir más responsabilidades vitales y trabajar más para conciliar la vida profesional y familiar.

Eso hace que sea más importante trabajar para conseguir o mantener el estilo de vida más saludable en términos de nutrición, actividad física, sueño y gestión del estrés.

“La razón por la que los llaman básicos es que si haces todas esas cosas, vas a ayudarte a maximizar tu salud”, dice Jill Rabin, ginecóloga obstetra de Northwell Health en Nueva York.

De esos aspectos básicos, el que suele pasar desapercibido con más facilidad es el sueño, pero también es el que puede tener efectos más profundos en el resto de la salud.

“Los patrones de sueño y un buen ritmo circadiano afectan en gran medida a la liberación de hormonas y pueden repercutir en cosas tan dispares como la incapacidad para perder los tres kilos que quieres perder, tener una menstruación regular o poder quedarte embarazada”, dice Mary Gover, médico internista del Montefiore Einstein Advanced Care de Estados Unidos. “Dormir bien” se refiere a la duración, pero también a los horarios y la calidad del sueño. Y dormir mal “puede contribuir a la ansiedad, la depresión, los trastornos del estado de ánimo y síntomas físicos como el dolor de cabeza, la fatiga y el desajuste hormonal”, explica.

Ahora muchas mujeres piensan en la fertilidad y el embarazo a los 30 años. Si ése es tu plan, es importante que empieces a tomar vitaminas prenatales antes de intentar concebir y que “hables con tu ginecólogo obstetra para saber qué más necesitas para llenar los vacíos y maximizar tu salud antes de quedarte embarazada”, dice Rabin.

Hay grandes secciones de bibliotecas y librerías dedicadas a consejos sobre la preconcepción y los cuidados prenatales, y tu ginecólogo puede ayudarte a priorizar lo más importante para tu salud. También es importante ser consciente del alto riesgo de depresión y ansiedad perinatales y posparto, que afectan a más de una de cada ocho mujeres. Pero muchas mujeres no se dan cuenta del impacto que el embarazo puede tener en su salud durante toda la vida.

“Realmente vemos el embarazo como una ventana a la futura salud cardiovascular”, dice Kathryn Lindley, cardióloga del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, (EE. UU.).

Esto se debe a que, a medida que las mujeres entran en la treintena, puede aumentar el riesgo de complicaciones del embarazo, como diabetes gestacional, parto prematuro y preeclampsia y otros trastornos hipertensivos del embarazo.

“Sabemos que todas esas complicaciones del embarazo son indicadores de un mayor riesgo de infarto de miocardio, ictus, insuficiencia cardiaca y desarrollo de factores de riesgo relacionados con el corazón, como diabetes, hipertensión y colesterol alto”, afirma Lindley; “considero que es un momento importante para que las pacientes hablen con los especialistas sanitarios sobre cómo sus complicaciones en el embarazo pueden exponerlas a un mayor riesgo de cardiopatías a largo plazo y si pueden necesitar pruebas de detección más intensivas, asesoramiento o atención preventiva para mantenerse sanas”.

Por supuesto, las mujeres que no deseen quedarse embarazadas también tienen motivos importantes para acudir a las visitas anuales al ginecólogo-obstetra, sobre todo para obtener anticonceptivos eficaces y someterse a pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual (ITS) y cánceres ginecológicos.

“El examen pélvico no se limita al cuello uterino”, dice Rabin; “se trata también de la vulva y la vagina, y hay que asegurarse de que no hay lesiones, bultos o protuberancias que no deberían estar ahí”, incluyendo cualquier masa anormal en el útero o los ovarios.

La única prueba de detección de cáncer a la que deben someterse regularmente todas las mujeres de 30 años es la del cáncer de cuello de útero, pero las recomendaciones cambian ligeramente al entrar en la tercera década. En lugar de someterse únicamente a la citología cervical (frotis de Papanicolaou) como a los 20 años, las mujeres de 30 a 65 años pueden elegir entre tres opciones:

  1. Citología cervical aislada cada tres años.
  2. Una prueba de alto riesgo del virus del papiloma humano (VPH), el virus que causa el 99,7% de todos los cánceres de cuello uterino, cada cinco años.
  3. La realización conjunta de la prueba del VPH de alto riesgo y la citología cada cinco años.

La decisión depende de las preferencias personales de la mujer y de sus factores de riesgo, que debes comentar con tu médico.

No se recomiendan otras pruebas de detección del cáncer de forma rutinaria para todas las mujeres de 30 años, pero hay varias que las mujeres en grupos de mayor riesgo pueden optar por someterse. A los 30 años, la mayoría de las mujeres deberían conocer bien sus antecedentes médicos familiares; si no es así, éste es el momento de recopilar esa información.

Las recomendaciones en Estados Unidos (y en general en la mayoría de los países occidentales) sobre el cribado del cáncer se basan en lo que es apropiado para la población en general, por lo que están dirigidas a mujeres con un riesgo medio de padecer la enfermedad, afirma Gover. Esto significa que las orientaciones pueden ser diferentes para las mujeres con mayor riesgo de padecer determinadas enfermedades debido a antecedentes familiares o enfermedades preexistentes.

Si un familiar de primer grado, como un padre o un hermano, tuvo cáncer colorrectal o cáncer de mama a los 40 ó 50 años, se recomienda adoptar “un enfoque más personalizado de las pruebas de detección del cáncer”, dice Suresh Nair, oncólogo médico de Lehigh Valley Network en Pensilvania (EE. UU.). Una buena regla general es empezar a detectar cualquiera de estos tipos de cáncer 10 años antes de la edad más temprana de diagnóstico de un familiar, dice. Lo ideal sería “reunirse con un asesor genético y desarrollar tu propio perfil de riesgo individual y un modelo de decisión compartida”, afirma.

Las tasas de cáncer de colon están aumentando entre los adultos más jóvenes, por lo que es importante saber si te encuentras en un grupo de mayor riesgo que se beneficiaría de comenzar el cribado antes. Del mismo modo, no se suele recomendar una mamografía de referencia hasta que las mujeres cumplan 40 años, pero el cálculo cambia para las que tienen antecedentes familiares de cáncer de mama o son portadoras de una mutación genética, como el gen BRCA, que aumenta su riesgo.

Por último, las personas con fuertes antecedentes familiares de melanoma deberán estar más atentas a las autocomprobaciones en busca de indicios de un posible cáncer de piel.

No son los únicos cánceres que se dan en familias, pero son aquellos para los que existen métodos rutinarios de detección. Si corres el riesgo de padecer un síndrome de cáncer familiar o tienes una mutación genética conocida que aumenta el riesgo de padecer un cáncer concreto, deberías mantener conversaciones continuas con tu médico de cabecera sobre si hay otras pruebas de detección que deberías tener en cuenta.

Podría decirse que los dos órganos más importantes del cuerpo son el corazón y el cerebro, ambos estrechamente relacionados con el metabolismo. Trabajar en esos hábitos de vida, incluyendo seguir las recomendaciones de actividad física, es la parte más importante de la salud cardiometabólica, pero también deberías hacerte tu primera revisión de diabetes a los 35 años si aún no has empezado.

Es probable que se controle la tensión arterial en cada visita médica de cualquier tipo, pero si supera los 120/80 mmHg, es posible que necesites más controles o intervenciones. Del mismo modo, asegúrate de que te revisan el colesterol (lípidos) cada cinco años, o más a menudo si es alto.

Cuando se acumulan las obligaciones profesionales y familiares, es fácil olvidarse del cuidado personal. Si te sientes especialmente estresada o experimentas síntomas de depresión o ansiedad, habla con tu médico de cabecera o acude a un terapeuta.

Luego están la piel y el pelo. Sigue aplicándote protección solar antes de exponerte a la luz solar directa, y vuelve a aplicártela si sigues expuesta. Utiliza la regla ABCDE mensualmente para buscar lunares o decoloraciones de la piel que puedan indicar un cáncer incipiente.

Cada vez acuden más mujeres jóvenes con preguntas sobre productos y rutinas antienvejecimiento, en gran parte debido a la influencia de TikTok, dice Jenna Lester, dermatóloga de la Universidad de California (EE. UU.) y fundadora del Programa Skin of Color. La mayor forma de prevenir el envejecimiento de la piel es la protección solar y la aplicación nocturna de un retinol o retinoide.

Pero otra de las principales razones por las que las mujeres acuden al dermatólogo a los 30 es la caída del cabello. “Hay muchos tipos diferentes de caída del cabello”, y la causa puede ser genética, infecciosa, autoinmune o relacionada con el estilo de vida. Si notas que el cuero cabelludo se vuelve más fino o que se cae más pelo de lo habitual, consulta a un dermatólogo.

Las vacunas de rutina recomendadas en la treintena de las mujeres son principalmente la de la gripe estacional y la COVID, pero hay otras adicionales que deben tenerse en cuenta durante el embarazo.

A partir de 2023, las familias por fin podrán proteger a sus recién nacidos de otra enfermedad respiratoria grave: el virus respiratorio sincitial (VRS). Se ha tardado más de seis décadas en llegar hasta aquí, pero por fin se dispone de una vacuna contra el VRS que las mujeres pueden recibir durante el embarazo para que su organismo desarrolle y transmita anticuerpos al feto, protegiéndolo del VRS después del nacimiento (si no te vacunaste contra el VSR durante el embarazo, existe otra opción para los recién nacidos).

Independientemente del embarazo, hay que tener en cuenta la vacuna contra el VPH. Aunque sólo se recomienda hasta los 26 años, las mujeres pueden seguir vacunándose hasta los 45 si nunca lo han hecho. Podrías preguntarte cuál es la necesidad de ponerse una vacuna que no está recomendada formalmente para tu edad. Tiene una explicación.

“No sólo previene el cáncer de cuello de útero, sino que también puede prevenir el cáncer anal, de garganta, de vagina y de vulva”, afirma Nair, quien añade que los casos de cáncer de cuello de útero siguen aumentando entre las mujeres de 30 años. La recomendación termina a los 26 años porque se obtienen menos beneficios con una mayor exposición a las cepas del VPH, que suele aumentar con más parejas sexuales a medida que se envejece. Pero como es poco probable que se haya estado expuesta a las nueve cepas de la vacuna, más vale algo de beneficio que nada.

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By Diario

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