Su nombre es engañoso, porque la vitamina D no es en realidad una vitamina. Su papel en el organismo es el de una hormona que se sintetiza principalmente mediante la exposición al sol. Sin embargo, andamos bastante escasos de ella, una carencia que afecta a todos los grupos de edad, pero cuya prevalencia se dispara en las personas mayores. “De hecho, se cree que el 50% de los adultos mayores tiene niveles inadecuados”, señala la doctora Maitane Núñez, medical advisor de PronoKal Group.

Esto ocurre, principalmente, “por una menor exposición solar y una disminución en la síntesis cutánea inducida por la misma; la disminución del grosor de la piel; una ingesta insuficiente de vitamina D debido a un mal estado nutricional, e incluso por el exceso de grasa corporal”, añade Núñez.

Se cree que el 50% de los adultos mayores tiene niveles inadecuados de vitamina D


Maitane NúñezDoctora


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A estas causas, el doctor Camilo Silva Froján, especialista en endocrinología y nutrición de la Clínica Universidad de Navarra añade el uso de protección solar (filtros solares, ropa, etc.), así como el consumo de algunos fármacos, que pueden interferir en la absorción de la vitamina D. Además algunas enfermedades digestivas pueden impedir su correcta absorción.

Aunque se la conoce popularmente como la vitamina de los huesos, sus funciones se extienden a diferentes procesos vitales. Su papel principal es mejorar la absorción de calcio y fósforo, dos minerales esenciales para la salud ósea. “Un déficit severo de vitamina D está vinculado con dos cuadros clínicos, raquitismo en niños y osteomalacia (reblandecimiento de los huesos) en adultos; mientras que las deficiencias no severas, aumentan el riesgo de osteoporosis”, aclara el doctor Silva.

Un déficit severo de vitamina D está vinculado con osteomalacia (reblandecimiento de los huesos) en adultos


Camilo Silva FrojánEspecialista en endocrinología y nutrición


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Pero sus beneficios no se quedan en los huesos. Según la doctora Remedios Gutiérrez, endocrino y psiquiatra, contribuye también al buen funcionamiento del sistema nervioso. “Los nervios precisan vitamina D para llevar de forma correcta los mensajes del cerebro a las distintas partes del cuerpo, incluyendo la contracción muscular. En consecuencia, una deficiencia de vitamina D puede producir debilitamiento muscular”, explica Gutiérrez.

Además, la vitamina D regula la absorción de calcio en el intestino y los riñones, lo que reduce la inflamación celular y tiene una función inmunorreguladora, participando en la respuesta inmune adaptativa del organismo, ayudando a combatir infecciones. Igualmente, es un regulador de ciertos neurotransmisores relacionados con los estados de ánimo. “Intervendría en la regulación de la enzima encargada de transformar el triptófano en serotonina. De ahí que niveles óptimos de esta vitamina ayuden a prevenir cuestiones como la depresión”, concluye la doctora.

La vitamina D está muy relacionada con la salud de los huesos. 

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¿Por qué es importante mantener niveles adecuados?

Su relevancia es cada vez más evidente. “Además de su relación directa con la osteoporosis en adultos mayores, sobre todo a partir de los 60 años, se lleva tiempo estudiando si dicha deficiencia pudiera estar relacionada con enfermedades cardiacas, cáncer y diabetes”, comenta Remedios Gutiérrez. “De ser así tendría un papel crucial en la longevidad, pero son cuestiones todavía en estudio”.

Y por eso, es un área de interés para la investigación médica. “Se estudia su papel en la regulación del sistema inmunitario o del metabolismo, sus propiedades antiinflamatorias y sus beneficios en el mantenimiento de la masa muscular (tratamiento de la sarcopenia) y aunque no todos los estudios concluyen lo mismo, el déficit de vitamina D parece asociarse con un aumento de la mortalidad por cualquier causa, y la suplementación con vitamina D parece mejorar la esperanza de vida”, comenta el doctor Silva.

La suplementación con vitamina D parece mejorar la esperanza de vida


Camilo Silva FrojánEspecialista en endocrinología y nutrición

En este contexto, una de las vías de investigación en auge se centra en la relación de la vitamina D y el cáncer, aunque con resultados hasta ahora bastante heterogéneos, señala Maitane Núñez. No obstante, la revista Science publicaba el pasado mes de abril que la vitamina D puede favorecer el crecimiento de ciertas bacterias intestinales, cuya actividad se ha asociado con una mejor respuesta inmunitaria frente al cáncer dependiente del microbioma, lo que se traduce en una mayor resistencia inmunitaria a los tumores y aumentando la respuesta a los tratamientos de inmunoterapia. Además, otras investigaciones relacionadas están estudiando si existen variantes genéticas que pueden tener mejor respuesta a la suplementación con vitamina D en el riesgo de desarrollar cáncer o su supervivencia.

Otra línea de investigación, señala Núñez, estudia la posible relación de la vitamina D en la función cognitiva. En este sentido, refiere un estudio publicado el año pasado, realizado en más de 12.000 pacientes, donde se evaluaron los efectos de los niveles de vitamina D en la demencia. Se observó que la exposición a la vitamina D estaba asociada a un 40% menos de demencia, con mejores efectos en mujeres y en personas que tenían una cognición normal en ese momento.


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Lo que sí se sabe es que la vitamina D ayuda a regular la actividad antioxidante, combatiendo el estrés oxidativo, manifiesta la doctora Gutiérrez. También contribuye a equilibrar la función de las mitocondrias (las centrales energéticas de las células) y, en consecuencia, a mantener la consistencia y longitud de los telómeros (considerados un biomarcador de la longevidad), protegiendo el ADN celular y la capacidad de replicación de las células. Esto confirma, por tanto, el relevante papel de esta hormona en el proceso de envejecimiento.

Sol o no sol, he ahí el dilema

Todos de acuerdo: la exposición a la radiación solar es la mejor forma de sintetizar vitamina D, una premisa que plantea, sin embargo, una disyuntiva en torno a las implicaciones sobre el envejecimiento y la salud de tomar, o no, el sol. Por un lado, están los dermatólogos previniendo sobre los efectos nocivos de exponerse al sol: fotoenvejecimiento y tumores cutáneos. Por otro, las que aseguran, no sin razón tampoco, que una insuficiente exposición es una causa importante de los bajos niveles de vitamina D, lo cual puede debilitar el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de varios tipos de cáncer, así como afectar al sistema musculoesquelético, tan relevante para la movilidad e independencia de las personas mayores ¿Qué hacer entonces?

Según una publicación de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), el 80% de la vitamina D se obtiene gracias a la exposición solar sobre la piel, mientras que solo un 10-20% proviene de la alimentación o los suplementos. Pero, explican, la exposición al sol no garantiza siempre el aumento de la vitamina D, “ya que influyen factores como el color de piel, la edad, el sobrepeso y algunas enfermedades que alteran la capacidad del organismo de sintetizarla”.


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La Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) aboga por la sensatez y recomienda una exposición solar moderada, de 15 minutos al menos tres veces por semana en cara, piernas y brazos durante los meses de primavera y verano, todos los días en invierno, complementada con una dieta adecuada. Y advierte: tomar el sol durante horas no contribuirá a tener más vitamina D y sí favorecerá el fotoenvejecimiento y patologías cutáneas. 

Por su parte, la Academia Americana de Dermatología (AAD) aconseja, además de incluir alimentos que sean una buena fuente natural de vitamina D, como los pescados azules, tomar otros alimentos fortificados, como la leche enriquecida con vitamina D.  No obstante, indica la doctora Gutiérrez, este tipo de ‘reforzados’ con vitamina D se han demostrado insuficientes y los suplementos no farmacológicos, sin una pauta médica basada en analíticas específicas, tampoco suelen resultar del todo eficaces. “Cada organismo es diferente y la vitamina D es un parámetro médico que debe ser gestionado por un doctor. Lo más eficiente suele ser una suplementación farmacológica que combine vitamina D y calcio, sobre todo en mayores de 60”.

En España tendemos a pensar que la deficiencia de vitamina D se da más en países con menos horas de luz. Error. De hecho, doctora Núñez menciona un estudio publicado hace un par de años que demostró, tras analizar más de medio millón de adultos, que la población española tenía menores niveles de vitamina D que la población nórdica.

Suplementos de vitamina D 

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¿Qué hacer para mantener los niveles de Vitamina D?

Vistas las implicaciones de vitamina D en diversas funciones del organismo, está claro que mantener unos niveles óptimos es especialmente relevante para quienes han superado los 60. “Existen recomendaciones internacionales sobre dosis diarias de vitamina D para la población que están sujetas a la edad. En los mayores, al ser más propensos a tener valores de vitamina D más bajos, las dosis recomendadas a partir de los 70 años pasan de 600 UI (unidades internacionales) a 800 UI al día”, puntualiza Maitane Núñez. Pero esto, añade la doctora Gutiérrez, son ratios, no pautas específicas: “la indicación debe efectuarse a medida, basándonos en analíticas y nivel de deficiencia”. Las mujeres postmenopáusicas y las personas con osteoporosis, fracturas y ancianos institucionalizados pueden requerir más, hasta 2000 UI, para combatir la descalcificación y la disminución de la masa ósea.

Los síntomas más frecuentes de una deficiencia de vitamina D en las personas mayores son debilidad corporal acompañada de dolores musculares u óseos y pérdida de densidad de los huesos con la consecuente mayor predisposición a sufrir fracturas, aclara Remedios Gutiérrez. También producen fatiga o cansancio intenso, insomnio y alteraciones del estado de ánimo como irritabilidad, tono depresivo e incluso depresión


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Por otro lado, unos niveles adecuados de vitamina D juegan a favor de los diabéticos tipo 2, ya que mejora la sensibilidad a la insulina haciendo que el organismo la reconozca y pueda regular los niveles de glucosa en sangre.

En definitiva, sol, dieta y suplementación forman la trilogía de medidas para mantener los niveles de vitamina D. A ello, la endocrinóloga añade la práctica de ejercicio, “pues la inactividad produce una drástica pérdida de calcio, sobre todo a partir de los 50, que no se compensa por mucha suplementación que se ingiera. Es una cuestión relacionada con los cambios hormonales a partir de esa edad, tanto en hombres como, sobre todo, en mujeres”. Un paseo diario, con 15 a 20 minutos de exposición solar, es una buena rutina para abastecerse de vitamina D. En cuanto a su ingesta, dado que es liposoluble, los expertos recomiendan tomarla junto con grasas para una correcta absorción.

Por otro lado, y de ahí la importancia de la supervisión médica en la suplementación, los niveles de vitamina D pueden alterarse también por una interacción con ciertos principios activos de medicamentos, algunos bastante comunes en la población senior, comenta Remedios Gutiérrez. 

Es importante la supervisión médica en la suplementación, los niveles de vitamina D pueden alterarse por una interacción con ciertos principios activos de medicamentos. 

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La hipervitaminosis puede provocar náuseas, vómitos, debilidad muscular, confusión, pérdida de apetito…


Maitane NúñezDoctora

Un ejemplo es la colestiramina, utilizada para reducir el colesterol, que puede disminuir la absorción de la vitamina D cuando se toman juntos. Los anticonvulsivos, como el fenobarbital y la fenitoína, o los fijadores del fosfato, como el aluminio, empleados habitualmente en personas con enfermedad renal crónica, aumentan la descomposición de la vitamina D y reducen también la absorción de calcio. Un efecto que también puede darse, a largo plazo, con el uso frecuente de laxantes estimulantes en personas mayores. Otro caso es el de la digoxina, utilizada para el corazón, que puede causar hipercalcemia (la elevación del calcio en sangre) cuando se combina con dosis altas de vitamina D. También a altas dosis, esta hormona puede reducir la eficacia de medicamentos para la presión arterial como el diltiazem y el verapamil.

Pero no todos los problemas vienen por déficit de vitamina D. Su exceso también perjudica la salud. “La hipervitaminosis puede provocar náuseas, vómitos, debilidad muscular, confusión, pérdida de apetito, deshidratación, piedras en el riñón o sed, entre otros”, dice Maitane Núñez. En un escalón más arriba, el doctor Silva señala que la intoxicación suele cursar con hipercalcemia. “El tratamiento con vitamina D puede agravar una hipercalcemia por otra causa preexistente”. De todas formas, la toxicidad asociada a la vitamina D es muy poco frecuente, ya que como comenta la doctora Gutiérrez implicaría tomar al menos unas 60.000 UI al día.

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By Diario

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