Cuando el pasado otoño el Cirujano General Vivek Murthy realizó una gira universitaria por todo el país, empezó a oír una y otra vez el mismo tipo de pregunta: ¿Cómo vamos a relacionarnos si ya nadie habla?

En una época en la que ha disminuido la participación en organizaciones comunitarias, clubes y grupos religiosos, y en la que la interacción social se produce más por Internet que en persona, algunos jóvenes declaran niveles de soledad que, en décadas pasadas, solían asociarse a los adultos mayores.

Es una de las muchas razones por las que la soledad se ha convertido en un problema tanto al principio como al final de nuestra vida. En un estudio publicado el pasado martes en la revista Psychological Science, los investigadores descubrieron que la soledad sigue una curva en forma de U: A partir de la edad adulta temprana, la soledad autodeclarada tiende a disminuir a medida que las personas se acercan a la mediana edad, para volver a aumentar después de los 60 años, haciéndose especialmente pronunciada en torno a los 80 años.

Aunque cualquier persona puede experimentar soledad, incluidos los adultos de mediana edad, las personas de mediana edad pueden sentirse más conectadas socialmente que otros grupos de edad porque a menudo interactúan con compañeros de trabajo, cónyuge, hijos y otras personas de su comunidad, y estas relaciones pueden sentirse estables y satisfactorias, afirma Eileen K. Graham, profesora asociada de ciencias sociales médicas de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern y autora principal del estudio.

A medida que la gente envejece, esas oportunidades pueden “empezar a desaparecer”, dijo. En el estudio, que analizó olas de datos que abarcan varias décadas, comenzando tan temprano como la década de 1980 y terminando tan tarde como 2018, los participantes en cualquiera de los extremos del espectro de edad tenían más probabilidades de estar de acuerdo con afirmaciones como: “Echo de menos tener gente a mi alrededor” o “Mis relaciones sociales son superficiales”.

“Tenemos músculos sociales igual que tenemos músculos físicos”, dijo el Dr. Murthy. “Y esos músculos sociales se debilitan cuando no los utilizamos”.

Cuando la soledad no se controla, puede ser peligrosa para nuestra salud física y mental, y se ha relacionado con problemas como enfermedades cardiacas, demencia e ideación suicida.

El Dr. Graham y otros expertos en conexión social afirman que hay pequeños pasos que podemos dar a cualquier edad para cultivar un sentimiento de pertenencia y conexión social.

Haz una auditoría de las relaciones

“No esperes a la vejez para descubrir que careces de una red social de buena calidad”, afirma Louise Hawkley, investigadora científica que estudia la soledad en NORC, una organización de investigación social de la Universidad de Chicago. “Cuanto más esperes, más difícil te resultará formar nuevas conexiones”.

Según Julianne Holt-Lunstad, catedrática de Psicología y Neurociencia y directora del Laboratorio de Conexión Social y Salud de la Universidad Brigham Young, los estudios sugieren que la mayoría de las personas se benefician de un mínimo de cuatro a seis relaciones íntimas.

Pero no sólo importa la cantidad, sino también la variedad y la calidad.

“Diferentes relaciones pueden satisfacer diferentes tipos de necesidades”, dijo la Dra. Holt-Lunstad. “Igual que necesitas una variedad de alimentos para obtener una variedad de nutrientes, necesitas una variedad de tipos de personas en tu vida”.

Pregúntese: ¿Eres capaz de confiar y apoyar a las personas de tu vida? ¿Y tus relaciones son más positivas que negativas?

Si es así, es señal de que esas relaciones son beneficiosas para tu bienestar mental y físico, afirma.

Únete a un grupo

La investigación ha demostrado que la mala salud, vivir solo y tener menos familiares y amigos cercanos explican el aumento de la soledad a partir de los 75 años.

Pero el aislamiento no es lo único que contribuye a la soledad: en personas jóvenes y mayores, la soledad se deriva de una desconexión entre lo que uno quiere o espera de sus relaciones y lo que éstas le proporcionan.

Si su red se está reduciendo -o si se siente insatisfecho con sus relaciones-, busque nuevas conexiones uniéndose a un grupo comunitario, participando en una liga deportiva social o haciendo voluntariado, lo que puede proporcionarle un sentido y un propósito, dice el Dr. Hawkley.

Y si un tipo de voluntariado no le satisface, no se rinda, añadió. En su lugar, pruebe con otro tipo.

Participar en organizaciones que le interesen puede ofrecerle un sentimiento de pertenencia y es una forma de acelerar el proceso de conectar en persona con personas de ideas afines.

Reduce el uso de las redes sociales

Jean Twenge, psicóloga social y autora de “Generaciones”, descubrió en su investigación que el uso intensivo de las redes sociales está vinculado a una mala salud mental -especialmente entre las chicas- y que el acceso a los teléfonos inteligentes y el uso de Internet “aumentaron a la par que la soledad de los adolescentes.”

En lugar de recurrir por defecto a una conversación en línea o a una mera reacción a una publicación de alguien, puedes sugerir que estrechen lazos durante una comida, sin teléfonos.

Y si un mensaje de texto o una interacción en las redes sociales se alarga o se complica, pasa a una conversación en tiempo real enviando un mensaje de texto: “¿Te puedo hacer una llamada rápida?”. dice la Dra. Twenge.

Por último, la Dra. Holt-Lunstad sugirió invitar a un amigo o familiar a dar un paseo en lugar de mantener correspondencia por Internet. Pasear no sólo es gratis, sino que además proporciona aire fresco y ejercicio.

Toma la iniciativa

“A menudo, cuando las personas se sienten solas, esperan que alguien les tienda la mano”, explica la Dra. Holt-Lunstad. “Puede resultar muy difícil pedir ayuda o simplemente iniciar una interacción social. Te sientes muy vulnerable. ¿Y si dicen que no?

Algunas personas pueden sentirse más cómodas contactando con otros con una oferta de ayuda, añadió, porque te ayuda a centrarte “hacia fuera en lugar de hacia dentro.”

Según los expertos, los pequeños actos de amabilidad no sólo mantendrán sus relaciones, sino que las consolidarán.

Por ejemplo, si le gusta cocinar, ofrézcase a llevar comida a un amigo o familiar, dijo la Dra. Twenge.

“No sólo fortalecerás una conexión social, sino que obtendrás la inyección de ánimo que supone ayudar”, añadió.

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By Diario

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