Camilo Baldini es uno de los 1867 funcionarios del Frente de Todos que siguen durante la gestión libertaria “en puesto de decisión”, como lo definió el exjefe de gabinete Nicolás Posse en su primer y último paso por el Senado. Baldini es actualmente el presidente y director del Correo Argentino, una de las empresas públicas que Javier Milei desea privatizar más allá del rechazo del Congreso y en la que se avanza con un fuerte recorte de personal. Entre retiros voluntarios y despidos, ya se fueron 4270 empleados de una plantilla de 16.858, según precisaron fuentes confiables. El plan es aún reducirla más.
Surgido en el PJ bonaerense y en su momento muy cercano a José Ottavis, Baldini llegó a la compañía estatal durante la segunda presidencia de Cristina Kirchner, cuando La Cámpora controlaba el Ente Nacional de Comunicaciones y el Correo Argentino estaba en manos de la militante Vanesa Piescirovski. Hoy, junto con otros dirigentes kirchneristas, se mantiene a sueldo en el Estado y es uno de los ejecutores del ajuste. Cuenta con un aliado determinante para avanzar sin sobresaltos con su misión: Alberto Carlos Cejas, el sindicalista santafecino que lidera la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (Foecyt).
“Nos opusimos a los 570 despidos, pero no a los retiros voluntarios porque no afectan a la operatividad de la compañía. A eso no nos podemos negar. Hay un exceso de personal que viene de administraciones pasadas y se está sincerando la situación. Lo que pedimos es que los retiros no sean discrecionales”, argumentó Cejas a LA NACION. Se define como “justicialista no kirchnerista” y juega por fuera de la CGT. Se abre paso en el sector desde 2017 tras reemplazar al histórico Ramón Antonio Baldassini, que estuvo más de medio siglo al frente del gremio postal y a quien el macrismo había premiado con una silla en el directorio de la empresa.
El pragmatismo de Cejas esconde tal vez una motivación personal. Logró designar a sueldo en el Correo Argentino a su hija, Mariana Carolina Cejas, y a María Silvia Bruschi, una asesora del sindicato, según comprobó LA NACION a partir de documentación oficial. Ambas contrataciones se dieron entre el 1 y 2 de octubre del año pasado, durante la gestión del Frente de Todos. Las altas y las bajas en la compañía estatal dependen hoy, como desde hace algunos años, del director de Recursos Humanos, Santiago Berestein; del gerente del área, Juan Manuel Vena, y del gerente de Relaciones Laborales, Gabriel Ottini, quien llegó a la compañía proveniente del estudio jurídico de Mariano Recalde, senador nacional kirchnerista. Todos ellos serían interlocutores cotidianos de Cejas. “Echaron a personal muy bueno porque no provenían de la política ni tenían afinidad con los sindicatos”, dijo un experimentado empleado del Correo Argentino que trató con el sindicalista y los popes de Recursos Humanos.
Baldini no respondió sobre estas contrataciones ni sobre la supuesta coordinación de la gerencia con el sindicato. Cejas, en cambio, admitió las designaciones, pero tomó distancia de las acusaciones sobre su presunta connivencia para digitar despidos y contrataciones. Intentó exhibir un perfil combativo al sembrar dudas sobre el verdadero plan oficial de privatizar el Correo Argentino y al rechazar los límites a la negociación paritaria que se intentaría imponer desde el Ministerio de Economía.
“Es sospechoso que quieran privatizar la empresa cuando funciona bien y se trabaja para que sea más rentable”, dijo Cejas, seco y enigmático. No dio más detalles.
Si el Correo Argentino cede terreno en el negocio, que sería lo opuesto al plan de competitividad y saneamiento económico que Baldini presentó ante la Jefatura de Gabinete, se abriría una oportunidad que los correos privados podrían capitalizar. Es decir, podrían beneficiarse Andreani, de la familia homónima; OCASA, la empresa de Héctor Colella, exabogado de Alfredo Yabrán, y OCA, al mando hoy de Claudio Espinoza (un empresario del transporte cercano a Hugo Moyano que le tomó hace dos años la posta al Grupo Clear, vinculado a Cristóbal López y con paso fugaz por el rubro). Espinoza, a través de la firma Flecha Log, mantiene incluso hoy un beneficioso acuerdo económico con el Correo Argentino como proveedora de camionetas para el reparto de lo que en la jerga se llama “última milla”, según informaron fuentes del sector. El sindicato que lidera Moyano es un jugador protagónico en lo relativo al correo postal privado, cuyos trabajadores pueden estar encuadrados en el convenio 40/89 de los camioneros. En cambio, el personal de Correo Argentino se distribuye en 93 sindicatos de todo el país que están representados en cuatro federaciones. La más fuerte y representativa es la Foecyt, encabezada por Cejas.
Mercado Libre, el gigante del comercio electrónico que lidera Marcos Galperin y que es el principal cliente del Correo Argentino, sigue con atención el rompecabezas del sector, aunque rechazan desde su entorno de manera tajante un interés por comprar la empresa pública, que estuvo concesionado por el Grupo Macri entre 1997 y 2003 por un canon que es motivo de una vigente pulseada en la Justicia entre el Estado y Socma.
El plan de reducción de la estructura del Correo Argentino no es nuevo. Ya se había avanzado con un recorte de personal entre 2021 y 2022, pero lo que hizo ahora la gestión de Milei es acelerar el proceso con mayor determinación. Los retiros voluntarios contemplaron el pago de la indemnización correspondiente más un 30% adicional. El proceso finalizó el mes pasado, aunque podría extenderse. De los aproximadamente 3700 empleados que accedieron al retiro, el salario promedio rondaba los $2.500.000, según precisaron fuentes al tanto de las desvinculaciones. Las 3700 bajas equivaldrían salarialmente a 6000 operarios rasos, afirmaron.
La intención de la gestión libertaria de explorar cierto consenso entre los sindicatos para avanzar con el ajuste en determinadas áreas excede al Correo Argentino. En la administración pública nacional, están cada vez más aceitados los nexos entre el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el jefe de UPCN, Andrés Rodríguez, en cuya negociación entra, además de los recortes de personal, el nuevo reparto de fondos dispuesto por la Superintendencia de Servicios de la Salud para las obras sociales sindicales.
En la Secretaría de Transporte también sorprendieron los movimientos coordinados entre el Gobierno y los gremios, sobre todo, los ferroviarios. Después del accidente en Palermo, perdió impulso el deseo oficial de achicar en un un 15% los costos y el personal de la Sociedad Operadora Ferroviaria, que emplea a unas 23.000 personas. La tregua, sin embargo, podría romperse si es que prospera la semana que viene en Diputados el paquete fiscal, que prevé la reversión del impuesto a las ganancias. La restitución del tributo que pesa sobre los salarios impacta de lleno en los transportistas y podría alterar esta novedosa negociación de la que participan Sergio Sasia y Omar Maturano.
Como parte de la misma estrategia de acercamiento con los sindicatos, Julio Cordero, el exabogado del Grupo Techint que está a cargo de la Secretaría de Trabajo, logró el aval del ministro de Economía, Luis Caputo, para homologar paritarias con aumentos mensuales por encima del 5%. Así fue como acordó, por ejemplo, Hugo Moyano con las tres cámaras del transporte de cargas: 5% (junio), 6,7% (julio) y 4,5% (agosto). ¿Se frena la caída de la inflación o el Gobierno apuesta a una leve recuperación de los salarios? No hay aún respuesta posible para una economía inestable y un Presidente indescifrable.
[
,
,