Supported by
El reto ambiental de Claudia Sheinbaum como próxima presidenta de México
Claudia Sheinbaum no es ajena a la política ni a las crisis medioambientales. Pero como la nueva mandataria de México, tendrá que lidiar con numerosas pruebas, a veces contradictorias.
[Estamos en WhatsApp. Empieza a seguirnos ahora]
México es el undécimo productor mundial de petróleo. Está sufriendo una ola de calor mortal. Ahora, la nación ha elegido como presidenta a una mujer con un historial poco común: una científica ambiental de centroizquierda con un doctorado en ingeniería energética llamada Claudia Sheinbaum.
Sheinbaum no es ajena a la política ni a las crisis medioambientales. Fue jefa de gobierno de Ciudad de México, una vibrante zona metropolitana de 23 millones de habitantes que se enfrenta a una grave crisis de agua. Colaboró en la elaboración de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, los detallados documentos de Naciones Unidas que han advertido al mundo de los peligros de la quema de combustibles fósiles.
Al asumir el cargo, Sheinbaum tendrá que lidiar con numerosas pruebas, a veces contradictorias. Los presupuestos federales son ajustados. La demanda de energía aumenta. La empresa petrolera nacional mexicana está muy endeudada. Se enfrentará a los retos de la pobreza, la migración, el crimen organizado y las relaciones con el próximo presidente de Estados Unidos.
Sería insensato predecir lo que hará, pero vale la pena analizar lo que ha dicho y hecho en materia de energía y medioambiente durante su carrera.
En primer lugar, su historial.
Como jefa de gobierno de Ciudad de México, empezó a electrificar la flota de autobuses públicos de la ciudad. Instaló un enorme panel solar en el tejado del principal mercado mayorista de la ciudad. Ha ampliado los carriles para bicicletas, convirtiendo en permanentes varios kilómetros de vías que emergieron durante la época de la pandemia.
Advertisement