La aprobación es una importante y poco habitual victoria diplomática para EE.UU. en el seno de la ONU, con un texto que no tuvo oposición entre los miembros del Consejo y que secunda el último plan de la Administración Biden para lograr una tregua, la devolución de los rehenes y el impulso de negociaciones para una Gaza de posguerra.
Ese plan fue presentado por el presidente de EE.UU., Joe Biden, el pasado 31 de mayo, después de varios intentos infructuosos de negociaciones entre Israel y Hamás, el grupo terrorista plaestino, que contaron con la participación de Egipto y Qatar.
El plan consta de tres fases. La primera supondría un alto el fuego total durante seis semanas, en el que las fuerzas del ejército israelí saldrían de las zonas con mayor densidad de población en las que han desarrollado operaciones militares como respuesta a los ataques terroristas de Hamás del pasado 7 de octubre. En esa fase, Hamás liberaría a todas las mujeres, menores, ancianos y heridos que siguen como rehenes. Por su parte, los habitantes de Gaza podrían regresar a sus casa y se aprovechará el cese de hostilidades para aumentar al máximo la entrada de ayuda humanitaria en la Franja.
En la segunda fase, el alto el fuego se mantendría mientras ambas partes estén implicadas en negociaciones de buena fe para conseguir tres objetivos: un cese definitivo de las hostilidades, la salida completa de las fuerzas israelíes de Gaza y el retorno de todos los rehenes y de los cadáveres de los que han fallecido en cautividad.
La tercera fase estaría dedicada a la reconstrucción del territorio palestino y a dar pasos para avanzar hacia la solución de los dos estados que defiende la gran mayoría de la comunidad internacional.
El texto ha contado con el apoyo casi unánime del Consejo de Seguridad. De sus quince miembros, catorce votaron a favor y solo Rusia se abstuvo. Su embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, protestó porque la delegación estadounidense no había sido transparente sobre su propuesta: «Nos están vendiendo algo a ojos cerrados», dijo.
Israel duda sobre su adhesión a la propuesta
«Este acuerdo ha sido esquivo. ¿Por qué? Porque Hamás ha rechazado aceptar cualquier acuerdo. Pero ahora mismo hay otra oportunidad», dijo Linda Thomas-Greenfield, la embajadora estadounidense ante la ONU, que ha resaltado que la propuesta «es casi idéntica a la propia propuesta de Hamás».
En un primer momento, la reacción del grupo terrorista ha sido positiva respecto a la propuesta estadounidense. «Confirmamos nuestra disposición a trabajar con nuestros hermanos, los interlocutores, para negociar indirectamente cómo aplicar estos principios que coinciden con las demandas de nuestro pueblo y de la resistencia», ha apuntado Hamás en un comunicado.
Israel, por el momento, ha mantenido una posición dudosa sobre su adhesión a la propuesta. Por un lado, ha dicho que ha «autorizado» el plan estadounidense, pero, al mismo tiempo, su primer ministro, Benjamin Netanyahu, y algunos miembros de su Gobierno han criticado algunos elementos de la propuesta y han defendido que Israel mantendrá la operación militar hasta conseguir la destrucción de Hamás.
El voto en el Consejo de Seguridad supondrá una nueva medida de presión tanto sobre Israel como Hamás para que acepten la propuesta y se consiga el alto el fuego, después de que el órgano de la ONU haya dado muestras durante meses de bloqueo e inoperancia entre vetos cruzados a resoluciones tanto por parte de EE.UU. como de otros dos miembros permanentes, Rusia y China.
El acuerdo en la ONU se produce el mismo día en el que el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, se reunió con Netanyahu en Jerusalén y con el presidente de Egipto, Abdel Fatah el-Sisi, en El Cairo. «Mi mensaje a los gobiernos en la región es: si queréis un alto el fuego, presionad a Hamás para que lo acepte», dijo a la prensa desde la capital egipcia.
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