El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha aprobado por catorce votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Rusia una resolución de apoyo a la propuesta de paz en tres fases para Gaza que el presidente Joe Biden detalló hace diez días. “Es una oportunidad para seguir otra ruta. Hamás -la guerrilla fundamentalista palestina también conocida como Movimiento de Resistencia Islámica- debe aceptarla”, ha declarado la embajadora de EE UU ante la ONU, Linda Thomas Greenfield, tras la votación. “Estados Unidos se asegurará de que Israel cumple sus obligaciones internacionales, asumiendo que Hamás acepta este acuerdo”.

“Las vidas palestinas importan”, ha declarado por su parte el representante de Argelia, Amar Bendjama, al recordar tras la votación a los más de 37.000 palestinos muertos en los ocho meses de guerra, “Hemos votado a favor de esta propuesta porque representa un paso adelante para un alto el fuego inmediato y permanente”. La diplomática israelí Reud Shapir ben Naftali expresó que “es Hamás quien está prolongando esta guerra. Hamás y solo Hamás”. Israel, sostuvo, no entrará en “ninguna negociación inacabable o sin sentido que pueda ser explotada por Hamás para ganar tiempo”.

Es la cuarta vez que el Consejo de Seguridad aprueba una resolución sobre Gaza desde el comienzo de la guerra el pasado octubre, aunque las tres anteriores han quedado en papel mojado ante el rechazo de Israel a detener su ofensiva en la Franja, que ha dejado ya más de 37.000 muertos, más del doble de heridos y destruido la mayor parte de las infraestructuras y los edificios. En marzo, el órgano había exigido un alto el fuego inmediato y la puesta en libertad incondicional de los rehenes retenidos por Hamás desde los atentados del 7 de octubre.

En un comunicado divulgado por Hamas, el movimiento ha dado la bienvenida a la nueva resolución y ha asegurado que está dispuesta a colaborar con los mediadores para poner en marcha los principios del plan de alto el fuego.

La resolución expresa su respaldo a la propuesta de alto el fuego en tres fases, que “Israel ha aceptado, pide a Hamás que también la acepte e insta a ambos partidos a poner en práctica sus términos sin más dilaciones y sin ningún tipo de condiciones”.

“No podemos permitirnos esperar más. Con cada día que pasa continúan los sufrimientos innecesarios”, aseguraba Thomas Greenfield antes de la votación. “Los civiles palestinos están viviendo un infierno”, había declarado momentos antes.

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Estados Unidos ha puesto en marcha toda su maquinaria diplomática para tratar de lograr progresos que permitan terminar, de una vez por todas, una guerra en Gaza que se está convirtiendo en una pesada losa electoral para la Casa Blanca a cinco meses de unas elecciones en las que el presidente demócrata se juega otros cuatro años de mandato.

La mayor parte de las encuestas indican que Biden se encuentra a la zaga de su rival, el republicano Donald Trump, mientras el ala progresista del Partido Demócrata reprocha a su líder su respaldo a Israel pese a los violentos métodos de las fuerzas de ese país en la Franja. Este fin de semana, centenares de personas se manifestaban ante la residencia presidencial para exigir un alto el fuego y el fin de la ayuda militar a Israel. La vicepresidenta Kamala Harris se veía increpada por un activista propalestino durante una visita a Michigan, el Estado con una mayor proporción de votantes árabes estadounidenses en todo el país y que puede resultar clave en las urnas en noviembre: los sondeos apuntan a que, en buena parte por el descontento hacia la política de Biden en Oriente Próximo, Trump se impondría en ese territorio cuatro años después de que el presidente actual lo ganara en los comicios de 2020.

Al tiempo que ha presentado la propuesta de resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU, el secretario de Estado, Antony Blinken, mantenía en Jerusalén conversaciones con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para tratar de persuadirle de que dé su “sí” a la propuesta de paz en tres fases que el presidente Joe Biden detalló en la Casa Blanca hace diez días.

En la reunión este lunes entre el secretario de Estado, Antony Blinken, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el jefe de la diplomacia estadounidense reiteró a su interlocutor la necesidad de que Israel dé el visto bueno a la propuesta de alto el fuego en tres fases. Blinken “reiteró que Estados Unidos y otros líderes mundiales mantienen su respaldo” al plan, según ha indicado el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, en un comunicado.

Blinken llegaba a Jerusalén desde El Cairo, donde se había reunido con el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, para presionarle a que persuada a Hamás a dar el visto bueno a la propuesta que Washington considera su mejor baza para poner fin a la guerra. El secretario de Estado tiene previsto continuar su gira, la octava que desarrolla por Oriente Próximo desde que estalló el conflicto, en Jordania y en Qatar, el otro gran mediador en las negociaciones para un cese de las hostilidades en la Franja.

Una paz remota

Pero las perspectivas de la propuesta de paz parecen ahora más remotas que nunca en los desde que el presidente Joe Biden compareció en la Casa Blanca para detallar cada una de sus tres fases: en la primera, de seis semanas, se impondría un alto el fuego temporal, durante el que se multiplicaría la entrada de ayuda humanitaria en la Franja y se completaría un intercambio de centenares de presos palestinos por parte de los rehenes israelíes capturados por Hamás en los atentados de octubre. En la segunda fase se implantaría un alto el fuego permanente y se completaría el intercambio de rehenes. La tercera fase sería la de la reconstrucción.

El plan de paz de redacción israelí pero autoría intelectual estadounidense ya arrastraba un futuro incierto. El primer ministro Benjamín Netanyahu había insistido una y otra vez que su Gobierno no lo aceptará en tanto que Hamás no esté completamente destruido. Y los acontecimientos de este fin de semana han terminado de complicar sus perspectivas y abrir un nuevo abismo entre las partes: el rescate de los cuatro rehenes israelíes liberados este fin de semana en Gaza ha supuesto un refuerzo para las posturas de dureza del primer ministro. La dimisión del dirigente de oposición Benny Gantz como ministro sin cartera también deja al Gabinete de guerra aún más escorado a la derecha y más renuente a cualquier tipo de concesiones. Y la muerte de más de 270 palestinos en la operación de rescate, según el Ministerio de Sanidad gazatí, endurece también las posiciones del Movimiento de la Resistencia Islámica.

Ante la distancia entre las partes, la Administración Biden se plantea en caso de fracaso de la propuesta un plan B: llegar al menos a un acuerdo con Hamás para la puesta en libertad de los cinco rehenes de doble nacionalidad estadounidense e israelí, según la cadena de televisión NBC.

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By Diario

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