La Feria

Una capital popular

Clara Brugada se ha echado a la bolsa a la Ciudad de México para impulsar una agenda de utopías, en todo el sentido de la palabra.

Las fuerzas de la política tienen sus propias reglas. Cuando la derecha más creyó que podría arrebatar la capital de la República a quienes se la quitaron al PRI en 1997, amanecimos con una Ciudad de México plenamente noventera: con apenas unos manchones azules.

Bienvenidos a otro futuro de la izquierda mexicana. Si con Cuauhtémoc Cárdenas llegó el progresismo que denunciaba desviaciones de la Revolución de 1910, si con Andrés Manuel López Obrador se crearon los programas sociales del primero los pobres, si con Marcelo Ebrard se ampliaron derechos a minorías y se eficientó la administración, si con –er, este, bueno, ese sexenio del que no vamos a hablar confirma lo demás–… si con Claudia Sheinbaum arribó la corriente universitaria químicamente pura con respecto al PRI, ahora llega Clara Brugada, de la izquierda de la movilización popular y de la lucha y reivindicación de todas las causas de quienes nunca han terminado de ser prioritarios a nivel gubernamental: de Iztapalapa, por supuesto orgullosa y proactivamente, para todo Chilangolandia, para el ex Distrito Federal, para la capital de todo México, para la ciudad más importante del país, para la urbe que marca tendencia nacional, para, cómo no, reivindicar que somos el ombligo de la Luna… llega Clara Brugada, jefa de Gobierno y no llega sola.

El terremoto del domingo tiene en Claudia Sheinbaum un hito. Primera presidenta y con más votos que nadie en la historia del país. Triunfo de la izquierda con 30 puntos de ventaja. Victoria coronada con fuerza legislativa… sí, pero no es la única ganadora del 2 de junio.

Clara Brugada se ha echado a la bolsa a la Ciudad de México para impulsar una agenda de utopías, en todo el sentido de la palabra: la política pública se profundizará para revisar, y corregir, los servicios urbanos a fin de que atiendan, primero y antes que nada, a los más pobres.

La campaña de Brugada estuvo llena de incertidumbre. Desde la revuelta interna mediante la que se impuso al delfín de Sheinbaum (Omar García Harfuch) hasta las habladurías de la supuesta mala relación entre ambas candidatas.

Clara sobrevivió la interna, a las suspicacias mediáticas y a una campaña en la que el candidato panista crecía. Santiago Taboada, exalcalde de la Benito Juárez, metió en aprietos a la exalcaldesa de Iztapalapa en los debates y en varios episodios de la contienda. Pero no le alcanzó. Cierto, acá también se metió el gobierno de la capital y la fiscalía “autónoma”, pero Taboada aguantó y aceptó pronto su derrota.

Con su propio estilo, pero al igual que Sheinbaum en el plano nacional, para ganar Brugada se refugió en la quintaescencia del obradorismo: sí, tuvo gestos y encuentros con otros sectores y personajes ajenos al movimiento, pero el triunfo lo labró sobre el morenismo.

Si Andrés Manuel tiene motivos sobrados para sentirse reivindicado por los números de la contienda nacional, la Ciudad de México se sacudió la duda sobre si le daría la espalda; y acaso la jornada del 2 de junio le deja a Clara un gran pendiente: la Cuauhtémoc se resiste.

El PAN tendrá un puñado de posiciones (su enclave Benito Juárez, la Miguel Hidalgo, Cuajimalpa, Coyoacán, la mencionada Cuauhtémoc), pero hoy Brugada tiene la palabra y el mandato a fin de llevar a la capital a otro tono de izquierda.

En la campaña con empresarios dijo que la mejor política social incluía generar empleos, y que se coordinaría con todos los alcaldes sin distinción. Valdrá la pena ver eso sumado a las causas de la lucha territorial. Bienvenidos a la nueva Ciudad de México.

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