Elena Hinojosa tenía 55 años cuando fue vista por última vez en 1996 en Villa Alemana. Ella y su hijo, Eduardo Páez, fueron asesinados por Hugo Bustamante y recién este viernes 7 de junio fueron halladas sus osamentas.
La confesión de Hugo Bustamante en entrevista con la periodista Ivonne Toro sacó a luz un nuevo crimen del “asesino del tambor”, el cual mantuvo en secreto por más de 27 años.
En ese sentido, la familia de las dos víctimas que Bustamante enterró en su casa, la misma donde había enterrado el cuerpo de Ámbar Cornejo, su hijastra, podrá darle cierra a casi tres décadas.
“Jamás pensé que podía estar ahí”, fue la reacción de Victoria Hinojosa, luego de enterarse que su hermana y sobrino habían sido asesinados por Hugo Bustamante.
En entrevista con 24 Horas (TVN), Victoria relató que Elena desapareció el 20 de junio de 1995. “Lo tengo grabado aquí (apunta su cabeza), porque había un acontecimiento importante y tenía que ir a mi casa”, dijo.
Respecto a cómo se supo de la verdad de lo que ocurrió con su hermana y sobrino, la mujer agradece a Toro por investigar el caso. “Menos mal esta niña se puso a buscar, sino no los habríamos encontrado… fueron 30 años”, comentó.
Cabe mencionar que, la Policía de Investigaciones (PDI) y el Servicio Médico Legal trabajan para determinar si los cuerpos encontrados en Cobadonga 641 corresponden a Elena Hinojosa y Eduardo Páez.
Sobrina de la primera víctima de Hugo Bustamante detalló que los buscaron casi por un año
Karem Mascareño habló con LUN y recordó que tenía 20 años de edad cuando su tía y su primo desaparecieron. Su familia estuvo entre seis meses y un año buscándolos intensamente. “Desde que pusimos la denuncia y que se empezaron a hacer las investigaciones, no pasó más de un año”, recuerda.
No se supo nada de ellos hasta que Bustamante habló, 28 años después, cuando confesó a la periodista que escribe un libro sobre Ámbar Cornejo, la joven que asesinó en 2020 y enterró en su casa. Si bien no entregó detalles sobre cómo cometió el delito, le confesó a un gendarme que estaban sepultados en el mismo patio donde enterró a Ámbar.
En tanto, Mascareño asegura que no tenían idea que habían fallecido porque “la desaparición fue un día para otro, entonces nunca se nos pasó por la mente que pudiese pasar esta situación en particular, nunca lo pensamos. Siempre guardamos la esperanza de que se hubiesen ido a otra ciudad o que estuvieran en otra parte, pero no de que estuvieran fallecidos y mucho menos de esta manera”, relata.
“Por ahora sólo podemos esperar para, por último, darles un adiós y tener un lugar donde llevarles unas florcitas”, agrega.
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