3-2, peligroso embuste para México ante la abulia de Brasil
Quien pretenda glorificar el 3-2 de Brasil y rescatar la actuación de México, deberá resistir todos los cuestionamientos sobre su moral o sobre su inteligencia.
LOS ÃNGELES — Todos esperaban la Samba, a pura Batucada, pero Brasil eligió la cadencia exquisita y perezosa del Bossa Nova. Por eso sólo fue 3-2 sobre México. Pudo ser una noche de carnaval, pero el Scratch do Ouro respetó la artrosis fÃsica y mental de la defensa del Tri.
Hace mucho tiempo que Brasil administra sus esfuerzos. Y por eso sufre. O parece sufrir. Y con sus opciones B en la cancha, le bastó para tener un 2-0 (Andreas y Martinelli) tempranero sobre México, tan calamitoso, desordenado y caótico en el fondo, que los 85 mil de la tribuna se aterraban o se regocijaban ante una humillación como la de Uruguay.
El 3-2 visto con fanatismo o con gafas de asalariado por el establishment podrá vitorearse, cuando, en el verdadero análisis, México mejoró muy poco respecto a Uruguay, sólo que los amazónicos no tienen el instinto asesino de los charrúas.
Quien pretenda glorificar el 3-2 de Brasil y rescatar la actuación de México, deberá resistir todos los cuestionamientos sobre su moral o sobre su inteligencia⦠o sobre ambas.
Pero, con el 1-0, ya Brasil habÃa apagado el motor. Circulaba la pelota, hasta la ponÃa en riesgo, pero fue entendiendo la inferioridad del adversario, una Selección Mexicana que pareció reponerse, pero no para superar, sino sólo para jugar a las hormigas ante la complacencia de una cigarra que condicionaba sus esfuerzos fÃsicos.
México se agitaba entre la histeria, con las reminiscencias penosas y lacerantes del 0-4 ante Uruguay. Y trataba de reaccionar en medio del desorden.
SÃ, desde el 1-0, Brasil ronroneaba y México se asfixiaba. Uno porque sabÃa, podÃa y querÃa; el otro, porque ni sabÃa, ni podÃa, ni querÃa.
El 2-0 (Martinelli â54) creó un espejismo. Brasil se recluyó aún más. Ya le habÃa puesto el cascabel al gato, metafórica e historicamente estigmatizado como un verde ratoncillo ataviado de verde. Pareció, a ojos de los porristas o de miopes, que México mejoraba. No: tenÃa más espacio y tiempo, porque Brasil sabÃa que aquel chimuelo adversario no le podÃa mostrar los colmillos.
Nada rescatable de México en el primer tiempo. Porque serÃa un acto de mendicidad patética y cretina, resaltar un par de jugadas de Julián Quiñones, un disparo de Gerardo Arteaga, y una rayita más de pundonor de Uriel Antuna.
Para la segunda mitad, con el 2-0 a cuestas, pero ya con los brasileños alistando utensilios para refugiarse en las playas de la Florida, donde, en Orlando, concretamente, deberá enfrentarse el miércoles a la selección de Estados Unidos, humillada, sobajada por Colombia 5-1.
Lo menos peor del Tri llegarÃa con cambios ordenados por Jaime Lozano que terminaron siendo efectivos. Los ingresos de Alexis Vega (Luis Chávez) y OrbelÃn Pineda (Carlos RodrÃguez), le dieron al menos más dinámica al Tri. Y el 2-1 se genera a partir de un servicio de Vega a Quiñones.
Santiago Giménez habÃa estado siendo âcastingâ con la esperanza de que el equipo mexicano âo argentino– de clavados lo llevara a los JJOO de ParÃs, y entró Guillermo MartÃnez por él, y quien en vistoso remate hizo el 2-2 al â92.
Sin embargo, Brasil decidió salir de su modorra. Y le molestó que le despertaran. Se fue encima, ya con Vinicius, Endrick, Paquetá y Guimaraes, y la flamante nueva contratación del Real Madrid, olvidado, desdeñado por el capitán Ederson, el decadente âMachÃnâ, remató de cabeza para el 3-2 al â94.
SÃ, cuando le sacan de la sensual exquisitez del Bossa Nova, Brasil, irritado, retoma el ritmo de batucada y aniquila al adversario, especialmente si es uno como esta Selección Mexicana que debió resultarle más aburrido y depresivo que bailar tango con la madre superiora.
Por eso, insisto: quien se atreva a bendecir el 3-2 de Brasil y magnificar la actuación de México deberá resistir todos los embates que cuestionen tanto su moral como su inteligencia⦠o ambas.