La ingeniería comunicacional del Gobierno decidió, en la peor semana de Javier Milei desde que está en el poder, generar y transmitir la idea de que la crisis política que se materializó con fuerza inquebrantable en estos días es, a decir verdad, la segunda más importante y no la primera. En uno de los despachos del primer piso de la Casa Rosada, un importante funcionario le dijo a Página I12 que “no sabes lo que fue el fin de semana donde tuvimos que frenar la Ley Bases”. El ardid de confusión remite a aquella conferencia de prensa de Luis Caputo, en la que el ministro de Economía debió ceder parte del paquete fiscal ante la furia de los gobernadores.
De todos modos, la lectura del Gobierno no logró penetrar en la agenda pública, que identificó rápidamente que el affaire de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con los alimentos vencidos y sin repartir y supuestos contratos truchos, detonó una bomba interna que puso bajo la lupa no sólo su conducta sino de la de varios otros ministros, también analizados en su capacidad de gestión. Con una particularidad, que por estas horas preocupa al Círculo Rojo. La crisis política de Milei es una crisis sin red, por dos razones: la primera, que dejó al descubierto falencias operativas, inexperiencia de gestión y también sospechas de corrupción sobre los libertarios. La segunda, que no sólo Milei no muestra capacidades para apaciguar los efectos de la misma, sino que el poder económico diagnostica que el macrismo y el peronismo no ponen a la vista un salvoconducto de gobernabilidad y/o alternativa de apuntalamiento ante semejante desborde, que redunda en el peor de los escenarios. Una recesión que parece ir a una “L”, derrumbe sin salir del pozo, y un contexto político inestable con un presidente que es el garante, casi como en ningún otro factor, de esa inestabilidad.
Lo notable de la escena es la desconexión entre el diagnóstico de situación de Caputo y Milei -algo menos emotivo en el resto de su equipo- y lo que ven la oposición más y menos afín y, sobre todo, los mercados y los economistas del espectro conservador. Hace unos días, en una reunión pública con colegas empresarios, el banquero Facundo Gómez Minujín comenzó a mostrarse “preocupado” por el callejón sin salida de la política macroeconómica del Gobierno, que ya estaba inmerso en una crisis de la micro. Gómez Minujín está al frente de la cámara AMCHAM, que reúne empresas estadounidenses, y es el presidente del banco JP Morgan, el que elabora el indicador de Riesgo País. Ese número, hace dos semanas, viene creciendo sin parar y ya quedó a algo menos de 200 puntos básicos del peor momento de Sergio Massa en su campaña. Luego de quedar más cerca de los 1100 puntos básicos en el inicio de Milei, ya se instaló en 1600 puntos. El Riesgo País mide confiabilidad global sobre Argentina y, sobre todo, posibilidades de acceso al crédito en un mercado vedado. El diagnóstico del Morgan fue central para el derrumbe del precio de los activos locales, las acciones en el Merval y Wall Street. Su análisis, compartido por otros dos bancos grandes de inversión, uno de ellos suizo, se centra en la agenda accidentada que tendrá Milei de acá a agosto. Uno de los operadores de esos bancos contó a este diario que, a 6 meses de asumir, el Gobierno no tiene dólares genuinos, generó una recesión muy fuerte, sostiene un superávit sin pagar las cuentas y ahora, también, hay ruido político in crescendo.
Asimismo, relatan que los días que se vienen serán agridulces para un Gobierno que necesita sólo éxitos. A saber: lo que Milei gane con la aprobación de la Ley Ómnibus esta semana (si es que se aprueba, porque Milei está a tres votos de que la oposición le tumbe la norma), lo perderá la próxima cuando el Senado apruebe el aumento a jubilados, que será vetado por el Presidente. Y lo que gane con un IPC de mayo que será más bajo que el de abril, lo perderá en junio: el REM, promedio de cálculo inflacionario de consultoras del BCRA, avisó que estima un 5,2 de inflación en mayo, un 5,5 en junio y cuatro meses de estabilización en esos rangos. En pocas palabras, el proceso de la recesión bajando inflación frenó la desinflación, pero no la pandemia de cierres y despidos en empresas.
Esto mismo lo vienen marcando Alfonso Prat Gay, Carlos Rodríguez y Diego Giacomini, todos economistas con pensamiento parecido a Milei, es decir, saben medirle el aceite a un ajuste que está al límite. Un dato extra que circuló en la City esta semana: un banquero nacional de los grandes planteó la paradoja de que “Caputo termina dependiendo de los chinos luego de que Milei fue a Estados Unidos 200 veces, el ministro fue varias veces a mendigarle al Fondo Monetario y no trajeron ni un dólar”. La referencia es para el tiempo extra que se juega con la renovación del swap de yuanes, al que China le mete misterio pero que es seguro renovará. Si no lo hace, Caputo deberá pagarlo entero. Los riesgos de los fanatismos geopolíticos. El que no parece actuar en esa línea de querer dar apoyo, a pesar de las súplicas oficiales, es el FMI, que sigue demorando el envío de 800 millones de dólares de la última revisión. ¿Por qué no lo hace? Porque, cuentan los auditores permanentes del organismo en el país, que el Gobierno no atendió las 5 veces que el Fondo les pidió que hagan política para estabilizar la crisis social y ganar gobernabilidad, sin aflojarle al ajuste.
Pettovello vende que está todo bien
En este contexto, Pettovello decidió refugiarse en ambientes afines. Hace 10 días, en medio del escándalo del galpón de alimentos, Natalio Mario Grinmann, presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) les sugirió a los socios invitarla a un almuerzo, para intentar ir en línea con la idea de que es un cuadro vivo en la estructura de Milei. Una forma amistosa de validarla en plena investigación judicial. Esa comida ocurrió este jueves, en la sede de la CAC. Fueron de la partida, entre otros, Grinnman, el “zapatero” Alberto Grimoldi, Jorge Aufiero, de la prepaga Medicus y Bettina Bulgheroni, amiga personal de Karina Milei y también de Pettovello.
La ministra asistió al convite junto al secretario de Trabajo y hombre de Techint y la UIA, Julio Cordero, e inició la charla asegurando que “el tema de los alimentos fue una operación para tapar la baja de la inflación”. En paralelo, contó que “Milei me apoya en todo, tengo casi un cheque en blanco”. Y terminó diciendo que “vamos a seguir combatiendo a las mafias, a las cajas de curros”. Nadie le preguntó demasiado, porque todos los presentes comulgan con los libertarios, pero ese apoyo incondicional de Milei no es tan holgado en otros cuadros de peso en el Gabinete, que entienden que Pettovello le hace pagar una factura cara al presidente.
En la Casa Rosada y gente muy cercana a Pettovello creen que esa “operación” tiene algunos nombres y apellidos y que la barroca y desbordada sobreactuación pública de Leila Gianni, la subsecretaria de Legales de Capital Humano que se peleó con Juan Grabois es, en realidad, un peligro latente. Sospechan que es la filtradora de información y que esa transformación del peronismo tatuado en la piel a calzarse la camiseta de Las Fuerzas del Cielo, busca despistar su verdadero rol. Nadie entiende cómo Karina Milei, hábil para identificar traidores, no llegó aún a ese punto. O, quizás, la respuesta está a la vista: lo que devela Gianni es, al menos, para poner el ojo en la firma de Pettovello. También dicen que hubo encuentros -que esperan no trasciendan-, entre Pettovello y dirigentes de la OEI, entre ellos Luis Scasso.
En la volteada de los observadores por la crisis política interna, que expuso deficiencias de gestión, también apareció la canciller, Diana Mondino. A Milei le llegó un video de su participación en el almuerzo del CARI, donde dio un discurso muy deficiente ante embajadores importantes y horas después hizo que Milei faltara al evento, forzado por tratar de esquivar a diplomáticos palestinos. En Presidencia la miran con desconfianza hace tiempo. “Le está costando sostenerla”, argumentan en Gobierno sobre la titular del Palacio San Martín.
Macri avisa y no traiciona, el PJ observa
Mientras todo esto ocurre, la gente de Milei trabaja en acciones políticas de casta, alejadas de la gente, pero de alta relevancia futura. “El presidente está convencido que hay que crecer políticamente y quiere terminar con el PRO. Ya tenemos candidatos para las legislativas en la ciudad y queremos un jefe de gobierno”, dicen. El candidato es curioso: refieren a Manuel Adorni, vocero presidencial. “Labura como un loco”, exageran.
En la otra esquina, empresarios que hablan con Mauricio Macri cuentan que el ingeniero “está esperando para capitalizar la falta de gestión”. En una de las últimas charlas reservadas que mantuvo, uno de sus amigos le planteó que “para no entregarle el PRO a Milei, no te podés ir a jugar a las cartas afuera una vez por mes”, en referencia a su fanatismo por el bridge. A Macri le preocupan, seriamente, dos cosas que entiende hacen a la gobernabilidad: una, “los límites de la gestión” y, sobre todo, “los desbordes emocionales” del mandatario. En el poder económico, también está cada vez más presente el diagnóstico de un Presidente “inestable”.
Días atrás, en la cena de la Fundación Húesped, Massa dialogó con muchos dirigentes del PRO y empresarios curiosos que le preguntaron qué iba a hacer en este escenario. Además, si hablaba con Cristina Kirchner. Suele mostrar el tigrense que el nexo con CFK es más cercano hoy que en la campaña, y que hablan seguido e intercambian mensajes. Últimamente, el tema fue la energía, donde Milei hace agua en una cartera históricamente con problemas. Quizás, la primera aparición pública de ambos juntos sea en la presentación del libro de Sergio Massa, intitulado “Querer un país”.
El ex candidato a presidente de UP diagnostica que la crisis política es importante, pero más lo es la económica. Ve un segundo semestre “desafiante”, un cepo por largo tiempo y una recesión prolongada. Maneja Massa encuestas propias, las mismas, dice, que le mostraron que podía ganar solo en primera vuelta y las que le dieron la pauta que el ballotage era un imposible. Esas encuestas, hoy, muestran un rechazo a Milei mucho más alto del que venden los encuestadores. Arriesga Massa, en paralelo, que junio mostrará desocupación de dos dígitos.
Mientras tanto, el ex candidato mantuvo hace unos días una reunión con la CGT, donde la cúpula le pidió participar de los armados del peronismo 2025. Lo más rico de esa charla, de la que participaron Héctor Daer, Gerardo Martínez y Pablo Moyano, fue el hecho de cerrar filas detrás de limar diferencias y que “nada de eso salga afuera”. La construcción peronista se está apurando ante una crisis inédita, pero su estado es embrionario.
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