La comunidad científica quedó atónita con un descubrimiento inesperado: el telescopio espacial James Webb de la NASA detectó los llamados “monstruos celestiales”. ¿Qué son? Galaxias inmensas que existieron al principio del universo y que están ubicadas a 13,300 millones de años luz.


La tecnología avanzada del aclamado telescopio de la NASA, James Webb, ha permitido a los astrónomos realizar importantes progresos en las últimas décadas. El último gran logro fue la identificación de los monstruos celestiales, gracias a que el telescopio puede observar el universo en longitudes de onda infrarrojas. 

Esto le permite penetrar las nubes de polvo y gas que oscurecen la visión de otros dispositivos que observan el espacio exterior. En resumen, el James Webb puede detectar objetos que históricamente han permanecido ocultos para la humanidad.

El descubrimiento de los monstruos celestiales fue publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, donde se detalla que “el James Webb captó la luz emitida por GN-z11, una de las galaxias más lejanas a la nuestra y que está ubicada a 13,300 millones de años luz”.

Con esta detección, un grupo de astrónomos de las Universidades de Ginebra, Barcelona y el Instituto de Astrofísica de París explicó que se encontró la presencia de estrellas masivas en proto-cúmulos globulares, es decir, agrupaciones de millones de estrellas presentes en miles de galaxias en el universo conocido, nacidas 440 millones de años después del Big Bang.

Una de las personas que se refirió a este impresionante hallazgo fue Corinne Charbonnel, profesora titular del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la UNOGE y autora del estudio.

Más de 25 años y 10 mil millones de dólares se han empleado para desarrollar el James Webb.

Foto:EFE

“Hoy, gracias a los datos recopilados por el Telescopio Espacial James Webb, creemos haber encontrado una primera pista de la presencia de estas extraordinarias estrellas”, explicó.

¿Qué son los monstruos celestiales?

Los monstruos celestiales son densas concentraciones de estrellas distribuidas en una esfera, con un radio que varía entre 12 y cien años luz.

Estas concentraciones pueden contener hasta un millón de estrellas y se encuentran en todo tipo de galaxias. Sin embargo, el gran enigma es la composición de sus estrellas y la pregunta es por qué son tan variadas en sus proporciones de oxígeno, nitrógeno, sodio y aluminio.

Mark Gieles, profesor ICREA en la Universidad de Barcelona y coautor del estudio, señaló: “Los cúmulos globulares tienen entre 10,000 y 13,000 millones de años, mientras que la vida máxima de las superestrellas es de dos millones de años. Por lo tanto, desaparecieron muy pronto de los cúmulos que se pueden observar actualmente. Solo quedan rastros indirectos”.

Los monstruos celestiales son de 5000 a 10,000 veces más masivos y cinco veces más calientes en su núcleo que el sol, aunque representan un desafío para las teorías actuales sobre la formación de galaxias.

Hasta ahora, se pensaba que crecían gradualmente a lo largo de miles de millones de años; sin embargo, la existencia de estas formaciones gigantes tan temprano en la historia del universo sugiere que el proceso podría haber sido mucho más rápido e intenso de lo que se creía.

Con este hallazgo del telescopio James Webb, los autores del estudio pudieron respaldar la hipótesis de que existen estrellas masivas dentro de los proto-cúmulos globulares.

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*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial con información de La Nación Argentina (GDA) y contó con la revisión del periodista y un editor.

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Por Diario

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