Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.

La Selección Colombia le dio una alegría histórica a todo el país: clasificó, después de 23 años, a la tercera final de Copa América de su historia. Cuando el juez central del partido pitó el final del encuentro contra Uruguay, se escuchó un grito de júbilo en varias zonas de Medellín.

La misma euforia se tomó a los aficionados que estaban en las gradas del estadio Bank of America de Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos, viendo el duelo en vivo. Muchos saltaron de emoción, otros miraron al cielo, agradeciendo por la felicidad que el fútbol les había dado.

Unos más lloraron unas lágrimas gruesas, de esas que salen cuando la felicidad llega al paroxismo y una sonrisa se queda corta para exteriorizar el volcán que se lleva por dentro. Así le pasó al volante colombiano James Rodríguez, quien no aguantó la emoción de sentirse finalista con el equipo en el que, según dijo alguna vez, juega hasta cojo.

“Estamos muy felices. Fue una semifinal dura. Quedarse con 10 jugadores en esta copa y más contra un rival de tanta jerarquía es duro. Los muchachos lograron aguantar e hicieron un trabajo fenomenal. Tenemos hambre de gloria. Eso es lo más importante. Para mí esto es muy emotivo. Llevó 13 años aquí luchando”, comentó, con la voz cortada, el capitán de la Tricolor, quien con la asistencia para el gol de Jéfferson Lerma, sumó seis pase gol en el torneo continental e igualó el registro de Alex de Souza en 2004.

Un juego tensionante

Tantas lágrimas en los jugadores, tantos vítores de los hinchas, fueron la manera que encontraron para liberar la tensión que sintieron durante casi 54 minutos, que fue lo que duró el segundo tiempo de la semifinal del torneo.

Sánchez, quien terminó como capitán del equipo después de que salió James Rodríguez, fue determinante en el partido. Cortó el juego más de seis veces en el partido. Ganó ocho duelos directos y se aventuró, cuando vio oportunidad, varias veces al ataque.

“El equipo entendió bien el plan de juego. Eso lo entrenamos nosotros: saber competir cuando estamos en la adversidad. Esto demuestra el grado de madurez de la Selección. Nosotros le tenemos que dar gracias a Dios. Al final el plan de juego, que era no meternos todo el tiempo atrás, salió. Al final logramos crear opciones que, desafortunadamente, no entraron”, Dávinson Sánchez.

El incansable Lucho Díaz

Luis Díaz también lloró. No lo hizo en la cancha, per sí cuando hablaba para la televisión después del final del partido. Se quebró cuando le preguntaron por la sensación que tenía de compartir cancha con James Rodríguez, para muchos el mejor jugador del torneo.

Colombia jugó, desde el 45+1’ con diez futbolistas. El lateral derecho Daniel Muñoz, uno de los hombres más incisivos del equipo, le dio un codazo a un jugador uruguayo que lo estaba pellizcando. El juez central lo amonestó. Le sacó la segunda tarjeta amarilla (la primera la recibió luego de una falta infantil en la mitad de la cancha), y lo expulsó.

Néstor Lorenzo hizo cambios tácticos. Sacó a Jhon Arias del medio campo y metió al lateral Santiago Arias, con la intención de resistir el asedio de los uruguayos con un bloque defensivo fuerte.

La “jugadita” le dio resultados a Lorenzo. Arias realizó varios cierres impecables por la banda. Lo mismo hicieron Johan Mojica, Carlos Cuesta, Jéfferson Lerma y Dávinson Sánchez, quienes estuvieron concentrados durante toda la segunda parte del partido.

“Yo le dije a James, desde el momento que llegué a la Selección, que él, Falcao y Cuadrado han sido mis ídolos porque lo veía desde pequeño. Los admiro. Esta es la Copa de él. Ha mostrado un buen nivel. Sabemos por lo que ha pasado, lo que ha sufrido. El fútbol le dio una revancha. Estoy orgulloso de primero verlo por televisión y ahora estar con él en la final de la Copa”, dijo, en medio de lágrimas, Díaz.

Lucho fue el futbolista más combativo del partido. Cuando Lorenzo metió al equipo a defender, él fue el único que se quedó afuera y, con guapura, lidió ante los cortes acérrimos de los defensas uruguayos. Con su sacrificio aportó para que Colombia, además del cupo a la final, extendiera a 28 partidos su invicto, que espera alargar en la final.

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Por Diario

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