Más de 19.000 personas llegaron a Canarias por la ruta migratoria del Atlántico en el primer semestre de este 2024. Se trata de ciudadanos víctimas de las mafias que les montan en un cayuco con dirección a Europa. La presión migratoria en el archipiélago aumenta cada mes desde el otoño del año pasado, y parece que el trabajo de los distintos Ministerios implicados en atajar el tráfico irregular de personas no es efectivo, pues no frena el éxodo de ciudadanos que, seducidos por un futuro mejor que su presente, se lanzan al mar. Ante ello, Miguel Tellado, portavoz del Partido Popular, pidió al Gobierno que «dispongan de las Fuerzas Armadas» para frenar el problema «en origen».

Aunque el Partido Popular se ampara en las veces que Buques de Acción Marítima realizaron acciones de vigilancia a disuasión en el Atlántico, pedir que las Fuerzas Armadas se involucren «es no conocer su misión», lamenta un almirante que pide no revelar su nombre. Este militar recuerda que el artículo 8 de la Constitución deja «muy claro» las atribuciones de las Fuerzas Armadas: «Tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Y es en esta vocación de defender la soberanía de España en la que se despliegan.

Para saber más

Todos los meses, la Armada pone a disposición del Mando de Operaciones (CMOPS) los barcos que tiene disponibles para realizar misiones permanentes. Es a través del Entorno Colaborativo Marítimo de la Armada (COVAM), con base en Cartagena, donde se coordina la actividad marítima de la Zona Económica Exclusiva de España. Para proteger la soberanía nacional, estos barcos desplegados alertan de la pesca ilegal, de expolios del patrimonio arqueológico sumergido o de buques sospechosos. «Una goma neumática a 40 nudos es un barco del que se alertaría, pero no se puede hacer más», insiste la fuente consultada. De hecho, «si hay riesgo de vida en la Mar, deben intervenir y socorrer a esas personas». La misma fuente insisten en subrayar que cuando se han desplegado los buques de acción marítima de la Armada no ha tenido mucho efecto disuasorio sobre la persona migrante.

Son tres las rutas migratorias que parten desde África para llegar a Europa vía mar. La del Mediterráneo central acoge travesías desde el norte de África y Oriente Medio hasta Italia. La ruta del Mediterráneo occidental consta de varias subrutas que unen Marruecos y Argelia con España. Por último, la ruta del Atlántico de África occidental lleva a los migrantes hacia las Islas Canarias. «Se considera una ruta muy peligrosa debido a la duración del viaje, ya que los migrantes a menudo quedan atrapados en el mar durante largos períodos en embarcaciones inadecuadas en áreas del océano que carecen de operaciones de rescate especializadas», explica el informe anual de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que depende de Naciones Unidas. En él, sitúan a España como el décimo país del mundo y el cuarto de Europa receptor de migrantes, según los datos de 2022.

Los golpes de Estado y la inestabilidad política en el Sahel, sumado al aumento de la influencia rusa en la zona, provoca la salida de esos países de inmigrantes a través de la ruta de Mauritania, que es uno de los principales países de tránsito de los migrantes. Allí está el campamento de refugiados de Mberra, situado a cientos de kilómetros de la capital, Nuakchot, pero a apenas 20 de la frontera de Mali. Según Acción Contra el Hambre, más de 50.000 refugiados sobreviven en este campamento. La inestabilidad en la zona y el aumento de los movimientos terroristas empujan a los jóvenes salir de sus países, y la costa mauritana es clave en este éxodo. Según la Comisión Interministerial de Migración, el 83% de los cayucos que han llegado a Canarias salen de este país. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha visitado en dos ocasiones Mauritania, donde se ha doblado la acción humanitaria para ayudar en la gestión de la llegada de refugiados desde Mali.

Las rutas de inmigración controladas por mafias son un desafío para garantizar el estado de bienestar nacional, y la manera de atajarlas tiene que ser trabajo en origen. Es por ello que se realiza una acción coordinada entre varios ministerios para llevar a cabo esta misión. Una acción liderada por Asuntos Exteriores.

Fuentes oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores recuerdan que en las últimas tres semanas José Manuel Albares «ha visitado Senegal, Gambia y Cabo Verde con una agenda de trabajo centrada tanto en cooperación como en seguridad». También recuerdan «que las recetas milagrosas o aparentemente fáciles para un fenómeno complejo y global constituyen una falacia que no debería formar parte del debate político democrático».

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Por Diario

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