No solo Rafah. Norte, centro y sur de Gaza sufren una de las oleadas de bombardeos israelíes más letales de las últimas semanas, mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, denuncia el “caos” y “anarquía total” dejados por ocho meses de invasión israelí. El Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en la Franja ha informado de 101 muertos y 169 heridos en las últimas 24 horas. Más de un tercio (42) en dos ataques este sábado en zonas residenciales de la capital. El ejército ha identificado los objetivos como “sitios de infraestructura militar de Hamás” y señalado que dará detalles más adelante. Medios locales apuntan al asesinato selectivo de Raad Saad, un comandante del brazo armado de Hamás que Israel describe como su jefe de operaciones. Con escasos avances en la negociación de un alto el fuego y todos los ojos en la frontera de Israel y Líbano, por temor a una segunda guerra, esta con Hezbolá, las tropas israelíes en Gaza vienen incrementando sus bombardeos desde el miércoles e intentan tomar toda la ciudad de Rafah.

Las últimas cifras suponen el mayor número de gazatíes muertos desde el 7 de junio, cuando los bombardeos masivos para facilitar a las fuerzas especiales israelíes el rescate de cuatro rehenes se llevaron 274 vidas (el ejército reconoció al menos 100) en el campamento de refugiados de Nuseirat.

Con el bombardeo este sábado en Al Shati, un conocido campamento de refugiados en la capital, los cazabombarderos dejaron 24 muertos, un cráter con los escombros de un inmueble y los cinco edificios de alrededor sin muros, según se puede ver en las imágenes de televisión. Hay, asimismo, al menos una decena de cadáveres en el hospital, dos de ellos niños, que elevan el total en la guerra a 37.551, según los datos de las autoridades sanitarias de la Franja.

El edificio atacado tenía tres plantas, ha señalado en el lugar el corresponsal de la cadena Al Jazeera. Los servicios de emergencia están teniendo problemas para llegar a los cuerpos sin vida y rescatar supervivientes de entre los escombros. Los misiles lanzados por los cazabombarderos generaron tres incendios y levantaron una nube de polvo de la que se veía salir a gente. El otro ataque en la capital, en el barrio de Al Tuffah, causó 18 muertos, según el Ministerio de Sanidad.

Un miembro de los servicios de emergencia transporta a dos víctimas de los bombardeos en casas de Ciudad de Gaza, este sábado.
Un miembro de los servicios de emergencia transporta a dos víctimas de los bombardeos en casas de Ciudad de Gaza, este sábado.AYMAN AL HASSI (REUTERS)

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El doble bombardeo se produce un día después de que la Media Luna Roja palestina informase de una matanza en Al Mawasi, la zona definida por Israel como humanitaria y a la que ordena a la población dirigirse. La atribuyó a un bombardeo contra la zona de tiendas de campaña por parte del ejército israelí, cuya investigación preliminar apunta a que no atacó allá, pero sigue “revisando” lo sucedido. Los familiares lloraban aún este sábado a las 25 víctimas mortales, que abrazaban antes de los entierros.

Saqueos

Todo ello en un entorno de “caos” y “anarquía total”, que afecta a muchas bocas y que ha denunciado este sábado el secretario general de Naciones Unidas. “Tenemos ataques, bombardeos y luego las tropas se trasladan a otros lugares”, ha asegurado Guterres. “Hamás vuelve a los lugares originales y hay un caos total en Gaza. No hay autoridad en la mayor parte del territorio”. Desde el viernes, los milicianos palestinos tratan de frenar con lanzagranadas y explosivos trampa escondidos en el camino el ingreso de los blindados a las dos zonas de Rafah que no controlan. Es donde el ejército centra su avance, junto con las zonas en torno a Deir al Balah, en el centro, que no ha invadido.

Guterres ha lamentado el saqueo de “la mayoría de los camiones con ayuda humanitaria en Gaza”, porque “esta es una guerra diferente a cualquier otra”, en la que Israel “ni siquiera permite que la llamada ‘policía azul’ escolte los convoyes” de ayuda, lo que genera una “extrema dificultad” para distribuirla. Son agentes de policía de la administración local. Objetivo de Israel, que tiene entre sus planes la eliminación completa de las capacidades del movimiento islamista no solo de combatir, sino también de gobernar la Franja.

La invasión israelí ha generado un círculo vicioso en torno al orden y la autoridad que afecta a la distribución de ayuda humanitaria y al día a día. Además de emplear ―en mayor o menor medida, según el contexto― el hambre como arma de guerra, el ejército controla la mayoría de la Franja. Pero no se hace cargo de la protección de los convoyes, ni reparte la ayuda humanitaria. “Que nuestros soldados pongan su vida en riesgo para rescatar rehenes, sí; para repartir comida, no”, resumía la semana pasada en una entrevista con el canal 14 de televisión Benny Gantz, recién salido del Gobierno de guerra del primer ministro, Benjamín Netanyahu, por la ausencia justamente de una brújula estratégica. La protección de los convoyes depende mucho de acuerdos con las comunidades, pagos a clanes familiares, etc.

Pero, al mismo tiempo, tampoco permite que tome el mando una autoridad civil. Por un lado, mata o arresta a todo aquel que lleve la etiqueta de Hamás (como los agentes de la policía azul citada por Guterres, que tienen miedo a escoltar los convoyes porque Israel los identifica y bombardea). Por otro, se opone a entregar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) las llaves del control civil de Gaza, como le correspondería en el marco de los Acuerdos de Oslo de 1993.

Netanyahu asegura que nadie se atreverá a ofrecerse voluntario hasta que Israel “acabe con Hamás”, algo que veía hace meses “al alcance de la mano”. Su plan consiste en convencer a gazatíes sin vinculación con Hamás ni con la ANP para que se encarguen del día a día (burocracia, alcantarillado, seguridad interior…) bajo el paraguas ―político y económico― de una coalición de países árabes y con las tropas israelíes haciendo las redadas en Gaza que considere necesarias. En una entrevista este jueves, Netanyahu habló de una “administración civil” que cuente con “respaldo inter-árabe”, reciba ayuda económica de países árabes y aplique “algún tipo de proceso de desradicalización, que comenzaría en las escuelas y las mezquitas para enseñar a esa gente un futuro diferente a aniquilar Israel y matar a todos los judíos del planeta”.

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Por Diario

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